"Como Obispo de Roma deseo agradecer al Ejército de la Salvación por lo que está haciendo en esta ciudad en favor de las personas sin hogar y por los marginados" de la capital italiana.
El Papa Francisco habló así este viernes 8 de noviembre a los miembros de esta organización evangélica fundad en el año 1865 y que, según dice en su sitio de internet, tiene como misión "predicar el Evangelio de Cristo Jesús y tratar de cubrir las necesidades humanas en su nombre, sin discriminación alguna".
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El Santo Padre también agradeció a los miembros del Ejército de la Salvación, a los que recibió en el Palacio Apostólico del Vaticano, por su "amplia implicación en la lucha contra la trata de seres humanos y otras formas actuales de esclavitud. ¡Dios bendiga este compromiso vuestro!".
El Papa afirmó que fue durante un encuentro con miembros del Ejército de la Salvación "cuando recibí mi primera lección de ecumenismo por parte de mi abuela, hace muchos años. Su ejemplo de humilde servicio a los últimos de entre nuestros hermanos y hermanas habla con más elocuencia que ninguna palabra".
El Papa recordó una de las máximas con que se identifican los miembros de esta organización: "La santidad trasciende las fronteras confesionales".
En ese sentido, Francisco explicó que "la santidad que se manifiesta en acciones concretas de bondad, de solidaridad y de sanación habla con el corazón y certifica la autenticidad de nuestro discipulado. Sobre esa base, católicos y miembros del Ejército de la Salvación, pueden ayudarse mutuamente y colaborar cada vez más con respeto recíproco".
"Dicho testimonio común es como la levadura que, en la parábola de Jesús, una mujer mezcla con harina hasta que toda la masa queda fermentada. El amor gratuito que inspira estos gestos de servicio hacia los necesitados no es sólo la levadura, sino también la fragancia del pan recién horneado".
El Papa resumió esa idea con una expresión: "Actúa y convence". "Los jóvenes en particular tienen necesidad de sentir esa fragancia ya que, en muchos casos, padecen esa falta en su experiencia cotidiana. En un modo en el que el egoísmo y las divisiones abundan, es precisamente el gusto noble del amor incondicional lo que se necesita como antídoto y abre el camino al significado trascendente de nuestra existencia".