El Arzobispo de Toledo (España), Mons. Braulio Rodríguez, envió su carta pastoral sobre "el arte de cuidar la casa común", con motivo de la próxima clausura del Sínodo de los Obispos sobre la Amazonía, y también habló sobre los peligros que corre la sociedad actual si huye de la verdad.
Mons. Rodríguez se refirió a la "ecología humana" de la que precisó que "hay quienes afirman que vivimos en Europa una 'civilización' que está en riesgo, y ese riesgo se corre lo mismo en partidos de izquierdas y de derechas".
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"Si nuestra sociedad se atrinchera sobre el aborto, la eutanasia, la ideología de género, las madres de alquiler o el totalitarismo ideológico, ¿qué poder de maniobra tienen los que piensan que todo eso lleva al desastre, y a una sociedad sin dimensión ética y moral?", preguntó.
Además, subrayó que "si huimos de la verdad, ¿de quién nos fiaremos?".
Por eso, afirmó que "es más cómodo decir que un hombre puede ser hombre o mujer cuándo y cómo quiera. Pero eso es una mentira, porque la biología es determinante: una mujer es una mujer y un hombre es un hombre".
En relación con el Sínodo de la Amazonía, el Primado de España aseguró que su finalidad es la de "atender evangélicamente a los que habitan esa zona tan vital para la humanidad, dignos de atención por su dignidad y su pobreza material pero ricos en tantas otras cualidades", algo especialmente complicado ya que "se trata de gentes de muchos pueblos y muchas lenguas en lugares difíciles para la movilidad humana".
Mons. Rodríguez advirtió que sin el cuidado de la casa común "todo se volverá contra nosotros, sobre todo contra los más pobres", y recordó que "nuestra prosperidad sin precedentes, lejos de fundamentarse en una convivencia amistosa con la tierra y con el prójimo, descansa sobre la base de la destrucción o el agotamiento sistemático de las fuentes de la vida –el suelo, el agua y el aire".
Por eso subrayó el fracaso de esta sociedad "del que dan testimonio nuestras huidas del mundo virtual y nuestra dependencia creciente de sustancias estimulantes, de antidepresivos, de antiácidos, de consumo de espectáculos que alientan los poderes públicos" que muestran "nuestra indisposición o incapacidad para hacer de este mundo un hogar, para encontrar en nuestros lugares y en nuestras comunidades, en nuestros cuerpos y en nuestros trabajos, un lugar gozoso de descanso".
Sin embargo, destacó que lo más dañino es que "estamos enseñando a generaciones enteras de niños a que consideren nuestras formas de vida cargadas de ansiedad como la norma a seguir".
Más adelante destacó el papel del Papa Francisco entre quienes luchan por evitar esta tendencia y conseguir "una reconciliación con la tierra, con el prójimo, con Dios: un camino que se fundamenta en el reconocimiento del lugar que nos corresponde en la inmensidad del universo".
"El carácter destructivo de nuestro cacareado 'progreso' no siempre ha sido evidente, sino que, despreciando todas las actividades agrarias y sus sensibilidades, sólo pensamos en la oferta de recursos naturales que no basta para nuestras demandas de ellas", aseguró.
Por eso pidió a Dios "valentía y determinación para no despreciar la verdad, sin buscar ardides para engañarnos a nosotros mismos".