El Obispo de Rio do Sul, en Brasil, Mons. Onécimo Alberton, contó un emocionante testimonio sobre cómo se sanó de una grave enfermedad en 2018, atribuyendo su recuperación a la intercesión de la Virgen Aparecida, patrona de su país.
El Prelado presidió el primer día de la novena a Nuestra Señora Aparecida en el Santuario Nacional de Aparecida el jueves 3 de octubre, cuando decidió contar a los fieles su historia de sanación y recuperación.
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"Fui tocado por las manos misericordiosas de Jesús, por intercesión de la Madre Aparecida", fueron las palabras del obispo.
Según los informes, el 3 de julio de 2018, Mons. Alberton tuvo que ir al hospital porque tenía un dolor abdominal intenso. En ese momento, "se identificó una obstrucción intestinal e infección, que requirió cirugía urgente. Tres días después, se identificó una infección fuerte causada por una bacteria llamada Síndrome de Fournier".
"El médico me informó que la situación era muy grave y que podía morir en la mesa de operaciones. En la sala de espera, me sentía como tantos peregrinos, como tantos enfermos, que no tenían otro lugar hacia dónde dirigir una palabra, recordaba a mi madre y, en ese momento, recordaba a la Madre de Jesús", dijo el obispo.
Luego le dije a Nuestra Señora Aparecida: "Madre, si soy digno del regalo de la vida, te veré en tu casa, en el Santuario. Aquí estoy".
"Hubo 15 cirugías, y 15 consagraciones a Nuestra Señora recé en silencio en mi corazón. Nadie sabía de mi experiencia espiritual con la presencia de la Madre de Jesús", dijo el Prelado.
Después de 90 días de hospitalización, Mons. Alberton fue dado de alta el 29 de septiembre de 2018, cuando fue "sorprendido" por los médicos y las enfermeras.
"Sorprendidos también por mi curación y mi recuperación, me trajeron un regalo. Al abrir el regalo había una pequeña imagen de Nuestra Señora Aparecida. Esto, para mí, fue una señal tan vívida, tan fuerte que ella dijo: 'No tienes que ir a verme, siempre he estado aquí contigo'".
Mons. Alberton concluyó: "Hoy, con gracia y como tantos hermanos y hermanas que están aquí y muchos que vinieron aquí, puedo decir personalmente como en ese día: 'Mi Madre, nuestra Madre, muchas gracias'".
Como una forma de gratitud y demostración de fe a Nuestra Señora Aparecida, el obispo entregó su solideo como ofrenda en el Salón de las Promesas del Santuario Nacional.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en ACI Digital.