La Conferencia Episcopal Italiana condenó una propuesta del nuevo ministro de Educación, Lorenzo Fioramonti, para que los crucifijos sean retirados de las aulas de las escuelas públicas.
"Creo que las escuelas deberían ser seculares y permitir que todas las culturas se expresen. No mostraría ningún símbolo en particular", dijo Fioramonti en un programa de la radio italiana el lunes 30 de septiembre.
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Aseguró que eliminar crucifijos supuestamente haría que las aulas sean más "inclusivas" para las personas que no son cristianas. Alrededor del 80% de los italianos se identifican como católicos.
Fioramonti también dijo, además, que las aulas deberían mostrar mapas del mundo y partes de la Constitución italiana en lugar de una foto del presidente del país, Sergio Mattarella.
Al poco tiempo de sus declaraciones, los obispos italianos condenaron la idea de retirar los crucifijos de las aulas y calificaron el debate de "inútil", en un editorial publicado en el diario de la conferencia episcopal Avvenire.
El crucifijo, dice el editorial, no está destinado a dividir, sino que es un "símbolo de hermandad universal" y "una de las raíces culturales de nuestra civilización".
La diputada Debora Serracchiani, miembro del Partido Demócrata de centroizquierda del país, también habló en contra de la propuesta y, en cambio, instó al gobierno a centrarse en "problemas reales".
"Hay demasiados problemas para resolver en nuestras escuelas antes de verse envueltos en un debate moral que ya hemos visto", dijo Serracchiani.
En 2009, la presencia de crucifijos en las escuelas fue cuestionada en los tribunales por una demanda que argumentaba que infringían la "libertad de pensamiento, conciencia y religión" de estudiantes y maestros. Ese caso fue apelado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que dictaminó en 2011 que "nada indica (o indicó) que las autoridades sean intolerantes con los alumnos que creen en otras religiones, que no eran creyentes o que tenían convicciones filosóficas no religiosas".
Los jueces también concluyeron que, si bien los crucifijos son "sobre todo un símbolo religioso", "no había pruebas ante el Tribunal de que la exhibición de dicho símbolo en las paredes del aula pudiera tener influencia en los alumnos".
El año pasado, el partido político de derecha, la Liga, presentó un proyecto de ley que haría obligatorios los crucifijos en los edificios públicos. Ese proyecto de ley no fue aprobado.
Matteo Salvini, el ex viceprimer ministro que dirige el Partido de la Liga, dijo que eliminar los crucifijos va en contra de los valores de Italia. Aseguró que el crucifijo es "nuestra cultura, nuestra identidad, nuestra historia".