La persecución de los católicos en China continental está aumentando después de que prominentes figuras católicas en Hong Kong siguen hablando en contra del régimen comunista, según los informes.
Se denomina China continental a la zona de China bajo la soberanía efectiva de la República Popular China, sin incluir a las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao.
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La revista Bitter Winter, que cubre temas de libertad religiosa y derechos humanos en China, informó de las acusaciones contra el Gobierno comunista, de haber ignorado las solicitudes de tolerar las iglesias católicas que se niegan a unirse a la Asociación Católica Patriótica China (CPCA), organización que tiene por objetivo controlar las actividades de los católicos en el país.
Según los informes, los meses de protestas en favor de la democracia en Hong Kong, en el que también participaron católicos, han generado preocupación a los funcionarios de China continental. El temor del oficialismo yace en que los católicos trabajen con la Iglesia Católica en Hong Kong para inspirar una resistencia similar. Pekín, la capital china, instituyó una prohibición de viaje para algunos católicos que buscan ingresar a Hong Kong.
A diferencia de la China continental, la Iglesia Católica en Hong Kong no es supervisada por el gobierno y no hay una iglesia "clandestina".
Los informes de la provincia de Jiangxi afirman que un sacerdote que se negó a unirse a la CPCA se vio obligado a esconderse por temor a ser arrestado. Antes de esconderse, el sacerdote pidió a su congregación "perseverar en la fe y rezar el Rosario" en caso de ser arrestado.
"El Cardenal (Joseph) Zen está bastante preocupado por nuestras iglesias clandestinas en China continental", dijo a Bitter Winter un miembro del clero de la Diócesis de Yujiang. El Gobierno chino prohibió al sacerdote anónimo viajar a Hong Kong en agosto.
"El Partido Comunista de China (PCCh) no me permitirá viajar; no hay nada que pueda hacer", dijo el sacerdote, y añadió que fue invitado por el Cardenal Zen a Hong Kong para conversar temas relacionados con la Iglesia clandestina.
Entre julio y agosto al menos cinco iglesias católicas en la Diócesis de Yujiang fueron clausuradas por el Gobierno por su negativa a unirse a la CPCA. A mediados de agosto, los funcionarios del Gobierno amenazaron con arrestar a un sacerdote clandestino y revocar los subsidios monetarios del gobierno a todos los católicos en la ciudad de Yingtan después de que su parroquia se negara a unirse a la Iglesia patrocinada por el Estado.
"El Gobierno coloca espías en las iglesias de la CPCA para controlar especialmente lo que dicen los sacerdotes en sus sermones y las actividades que realizan", informó el sacerdote de Yujiang.
"Básicamente, el Estado sabe todo sobre los sacerdotes", agregó.
El año pasado, el Vaticano y el Gobierno chino negociaron un acuerdo que regularizó la posición de los obispos de la CPCA con el Vaticano, que acordó permitir la supervisión del Partido Comunista de las futuras nominaciones episcopales.
En mayo, el Secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, dijo a un periódico estatal chino que la "inculturación", una práctica misionera católica y la "sinicización", la campaña del Gobierno chino para adaptar todas las religiones a la cultura y el comunismo chino, pueden ser "complementarios" y "pueden abrir caminos para el diálogo".
El acuerdo tenía por objeto garantizar que el régimen chino respete a los miembros de la Iglesia clandestina que se negaron a unirse a la CPCA. Esto, según el clero y los feligreses de la Diócesis de Yujiang, simplemente no ha sucedido.
"El CPCA es puramente una herramienta política, no una organización religiosa, porque obedece a la gestión del Partido Comunista; colocan al partido por encima de todo lo demás", dijo un católico de Yujiang. El feligrés dijo que el Gobierno usa la CPCA para "engañar al mundo, para mostrar que hay libertad religiosa en China".
A mediados de septiembre, las iglesias cristianas en China recibieron la orden de retirar cualquier tipo de exhibición o referencia a los Diez Mandamientos y reemplazarlas con citas del presidente chino Xi Jinping, según indicaron los informes.
Además, se informó que aquellos que se negaron a acatar la orden fueron encarcelados; inclusive ocurrió con líderes de iglesias que cumplieron con las instrucciones.
Grupos de derechos humanos también advirtieron que el Gobierno chino tiene millones de "presos de conciencia", es decir, encarcelados por sus creencias religiosas. La semana pasada, un representante del Tribunal de China testificó ante las Naciones Unidas que existe una amplia evidencia de que el gobierno chino está extrayendo órganos de estos prisioneros.