Los tiempos actuales son difíciles y tal vez lo son más en países como Chile, donde la Iglesia ha sido duramente golpeada por los abusos sexuales cometidos por miembros del clero. A pesar de todo y por un sincero amor a Dios, algunos jóvenes aún se atreven a optar por el sacerdocio.
Así lo explicó el fin de semana pasado el Obispo de Villarrica en el sur de Chile, Mons. Francisco Javier Stegmeier, quien ofreció un mensaje de esperanza y de aliento para quienes aún quieren decir sí al Señor.
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"Es verdad que los tiempos actuales son difíciles. Para un joven que quiera ser sacerdote todo parece ir en contra. No podemos saber con certeza cómo serán las cosas en el futuro. Pero todo parece indicar que para un cristiano que quiera ser fiel a Jesucristo, más todavía si es sacerdote, vendrá la persecución", dijo el Obispo en la Misa en la que ordenó diácono al seminarista Roberto Mera, que en un tiempo más será presbítero.
"No es lo mismo haberse ordenado hace diez o veinte años que ordenarse hoy. Roberto, en nombre de Jesucristo, hoy te ofrezco menosprecios, insultos, calumnias y todo tipo de contradicciones. Pero también como Cristo, en su nombre y apoyado en su promesa, te prometo aquella alegría y aquella paz del mismo Cristo y que nadie te podrá quitar. Y poseerás la vida eterna en herencia a tu fidelidad".
El Prelado recordó luego que "la condición para que un ministro célibe, pobre y obediente sea muy feliz, aún en medio de las persecuciones, es que en él resida el amor de Cristo y así participe de su misma alegría. El amor es la fuerza para mantener la fidelidad y conservar la amistad del Señor".
"Los nuestros son tiempos difíciles, pero es cuando precisamente hay que ser levadura, sal y luz del mundo. Es esta una época privilegiada para dar testimonio del Señor, para ser sus testigos, es decir, ser 'mártir'", resaltó el Obispo de Villarrica.
Mons. Stegmeier indicó asimismo que "hoy el mundo, no siempre con recta intención, ciertamente, nos está diciendo por todos los medios cómo debe comportarse un consagrado al Señor y se encarga de denunciar a quién no ha cumplido con sus promesas de celibato, de pobreza y de obediencia. Parafraseando a San Pablo, podemos decir: 'Pero ¿y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente', estas denuncias contribuirán providencialmente a que los ministros vivamos como corresponde a nuestra identidad, a nuestra vocación y a nuestra misión".
"La transparencia exige coherencia. Los ministros del Señor y de la Iglesia han de ser vistos siempre como hombres 'de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría'", resaltó el Obispo.
El Prelado advirtió también que "el comportamiento no debe estar pauteado desde fuera, sino que debe nacer de una convicción interna suscitada por la gracia del Espíritu Santo, precisamente porque se es amigo de Jesús".
"Hoy el servicio de amor más urgente y necesario que se debe prestar a cada persona en concreto es el anuncio de Jesucristo como único Salvador de todos los hombres", subrayó el Obispo de Villarrica.
El Prelado explicó asimismo que "Dios quiere que muchos jóvenes sean sacerdotes, porque el sacerdocio es parte del ser mismo de la Iglesia. Solo por su medio se puede celebrar la Eucaristía, presencia real, verdadera y sustancial de Cristo".
Por ello pidió a los fieles ayudar al nuevo diácono Roberto Mera a "ser un santo ministro del Señor y de la Iglesia con nuestra oración y nuestra cercanía de hermanos en Cristo. También, si es necesario, hagámoslo con nuestra corrección fraterna, llena de verdad y de caridad".
Puede leer la homilía completa del Obispo de Villarrica AQUÍ.