La Archidiócesis de Barcelona celebra el día de su patrona, la Virgen de la Merced, con una Misa presidida por el Arzobispo local, Cardenal Juan José Omella, en cuya homilía pronunciada en catalán y castellano animó a ser como María que fue la mujer del sí.
El #cardenalOmella preside la Misa solemne de la Virgen de la Merced, patrona de la ciudad, de la archidiócesis y de la provincia eclesiástica de Barcelona. pic.twitter.com/dXkwwJQlAj
- EsglésiaBarcelona ES (@esglesiabcn_es) 24 de septiembre de 2019
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"El hecho de vivir con esa actitud tan bíblica de 'Sí, acepto', hace que todo cambie de tal manera que, lo que podría ser sendero de sufrimiento, se torna entonces en camino de paz, de maduración y de salvación", explicó.
El Cardenal propuso a María como "peregrina de la fe" y " mujer del compromiso" y pidió que sea el modelo para todos los creyentes porque "como todas las madres tiene en el corazón a sus hijos".
"Ella ha acompañado la historia de esta ciudad. A ella dirigimos nuestra mirada atenta, suplicante y agradecida en este día precioso", afirmó.
El Cardenal Omella afirmó que el vivir "en una sociedad caprichosa, que solamente se acepta lo que gusta, lo que produce sensaciones de placer, y se rechaza todo lo que contraría", hace que haya "mucha gente inmadura, irritada e irritable, incapaz, por ejemplo, de prescindir de un capricho, de convivir bien con un anciano o de aceptar con paz incluso una leve enfermedad".
Por eso puso como ejemplo a la Virgen María, que "vive de esa mística profunda" que podría resumirse como "haz conmigo lo que quieras; lo acepto todo, con tal de tenerte a Ti, de tener tu amor".
El Arzobispo de Barcelona hizo un llamamiento especialmente a los padres y educadores para llevar a cabo "la gran tarea y responsabilidad de educar a las generaciones futuras".
"Y educar no es darles todo lo que piden y desean. Educar es ayudarles a sacar todos los valores y virtudes que llevan dentro, en tanto que seres humanos que llevan la impronta del Creador, creados a su imagen y semejanza, llenos de dignidad y de belleza", subrayó.
Ya que, según dijo, "no hay nadie que no lleve dentro preciosos tesoros humanos que aflorar, que educar" y ésa es la principal tarea: "Ayudar a sacar, a forjar esos valores que ya llevan y enseñar a ponerlos al servicio de los demás".
Por eso insistió en criar no "seres ensimismados, egoístas, que tienen de todo y que nunca tienen bastante", sino hombres y mujeres "capaces de ser adultos, capaces de ofrecer y de aceptar, capaces de valorar a los otros y de compartir".
"Educar es también, pues, saber negar cosas, enseñar a renunciar, a asumir el fracaso, a dilatar en el tiempo la consecución de los deseos, para aprender a amar más, a amar mejor. Solo así nos preparamos para ser felices y para encajar, con entereza, las dificultades de la vida", afirmó.
El Cardenal Omella también preguntó cómo se actúa ante "los hermanos que pasan pena y sufren".
Ante una primera reacción que "suele ser de protesta, nos preguntamos dónde está Dios y nos cuestionamos sobre su bondad. Quizás nos parece que ya no hace nada para eliminar el sufrimiento y el mal del mundo".
Pero "Santa María lo primero que hace es estar cerca del que sufre, pone su mano en la frente de quien tiene fiebre, le ofrece caminos de consuelo y de paz. Esta es la experiencia del pueblo cristiano que se acerca a ella", afirmó.
Además subrayó que los cristianos de Barcelona saben que "Santa María, la Virgen de la Merced es la buena madre que nos sabe escuchar, consolar, animar, acompañar y resolver dificultades".
Por eso animó a dejar "de mirarnos a nosotros mismos para ir a ayudar los que sufren más", porque "hace más feliz dar que recibir".
Recordó que María "está siempre cerca de los que sufren" y animó a ser para ellos "consuelo y ayuda en sus necesidades" y "constructores de una sociedad en fraternidad y en comunión".