El Papa Francisco invitó a saber "transformar los bienes y las riquezas en relaciones, porque las personas valen más de las cosas y cuentan más de las riquezas poseídas" y advirtió que la riqueza deshonesta es "estiércol del diablo".
Así lo dijo el Santo Padre antes del rezo del Angelus ante miles de fieles reunidos en la plaza de San Pedro, durante su reflexión sobre la parábola del Evangelio de este domingo de San Lucas el cual tiene como protagonista un administrador astuto y deshonesto que está por ser despedido.
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En esa situación difícil, el personaje de la parábola "no recrimina al jefe, no busca justificaciones, ni se deja desmotivar, sino que idea una forma de salida para asegurarse un futuro tranquilo. Reacciona con lucidez, reconociendo los propios límites: Cavar, no tengo fuerza; mendigar, me da vergüenza", relató el Papa, quien concluyó que el administrador deshonesto actuó con astucia y robó por última vez a su patrón al llamar a los deudores y reducir las deudas que tienen "para hacérselos amigos y luego ser recompensado por ellos".
"Esto es hacerse amigos con la corrupción, es obtener gratitud con la corrupción, como lamentablemente es costumbre hoy", añadió el Papa improvisando en su predicación.
En esta línea, el Pontífice explicó que "Jesús presenta este ejemplo ciertamente no para exhortar a la deshonestidad, sino a la astucia. De hecho, subraya: 'El Señor alabó al administrador injusto porque había obrado astutamente'. Es decir, con esa mezcla de inteligencia y astucia, que te permite superar las situaciones difíciles".
Por ello, el Papa destacó que "la clave de lectura de esta narración está en la invitación de Jesús al final de la parábola: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas".
"Pero esto parece un poco confuso, pero no lo es", advirtió el Santo Padre quien afirmó con fuerza que "la 'riqueza deshonesta' es el dinero -dicho también 'estiércol del diablo'- y en general los bienes materiales".
De este modo, el Santo Padre advirtió que "la riqueza puede empujar a levantar muros, crear divisiones y discriminaciones. Jesús al contrario, invita a sus discípulos a invertir la rueda: 'gánense amigos con la riqueza'. Es una invitación a saber transformar los bienes y las riquezas en relaciones, porque las personas valen más de las cosas y cuentan más de las riquezas poseídas", afirmó.
En este sentido, Francisco señaló que "en la vida, de hecho, da fruto no quien tiene muchas riquezas, sino quien crea y mantiene vivos muchos vínculos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las distintas 'riquezas', es decir, los diversos dones que Dios ha dado".
"A recibirlos en el paraíso, sí seremos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y de solidaridad, no estará solamente Dios, sino también aquellos con quienes habremos compartido, administrando bien, todo lo que el Señor ha puesto en nuestras manos", expresó el Papa.
Por este motivo, el Santo Padre invitó a pensar en la pregunta del administrador deshonesto despedido por el patrón: "¿Qué haré ahora?" para sacar una enseñanza: "Delante a nuestras faltas y a nuestros fracasos, Jesús nos asegura que estamos siempre a tiempo para sanar con el bien, el mal realizado. Quien ha causado lágrimas, haga feliz a alguien; quien ha malversado indebidamente, dé a quien está en necesidad. Haciendo así, seremos alabados por el Señor 'porque hemos actuado con astucia', es decir, con la sabiduría de quien se reconoce a sí mismo hijo de Dios y se pone en juego para el Reino de los Cielos".
"Que la Virgen Santa nos ayude a ser astutos en el asegurarnos no el éxito mundano, sino la vida eterna, para que en el momento del juicio final las personas necesitadas que hemos ayudado puedan testimoniar que en ellos hemos visto y servido al Señor", concluyó.