En una Misa en honor a todos los inmigrantes, el Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, hizo un llamado para que a través del amor sanador de Cristo los migrantes ayuden a sanar y restaurar la unidad de una nación dividida como Estados Unidos.
"Mis hermanos y hermanas, como seguidores de Jesucristo, tenemos una misión en este momento, en este momento difícil en nuestro país. Necesitamos mostrarles a nuestros vecinos una mejor manera. El camino de Jesús, el camino del amor. Podemos sanar lo que está roto en Estados Unidos", dijo el Arzobispo en la Misa celebrada el 7 de septiembre en la Catedral de Nuestra Señora de los Ángeles.
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"Podemos restaurar el sentido de confianza mutua y empatía; la creencia compartida en nuestra humanidad común; en la dignidad de aquellos que son diferentes a nosotros. El amor es el único camino a seguir para Estados Unidos. Y nosotros somos los que debemos mostrarle a nuestra nación el camino", agregó el Prelado durante la ceremonia que unió a católicos de la Arquidiócesis de Los Ángeles y las diócesis de San Bernardino, Orange y San Diego.
El Arzobispo subrayó que en este momento crítico en Estados Unidos, Jesús está ofreciendo una invitación "para amar a los que se convierten en nuestros enemigos y rezar por aquellos que tratan de causar división en nuestro país".
La Misa fue la conclusión de una novena organizada en las parroquias del sur de California, así como una peregrinación que duró tres días desde el condado de Orange hasta la Catedral de Los Ángeles. Las reliquias de San Junípero Serra, San Francisco Xavier Cabrini y San Toribio Romo estuvieron disponibles para la veneración después de la Misa.
En su homilía, el Arzobispo de Los Ángeles dijo que si bien Estados Unidos siempre fue un país "excepcional" que dio bienvenida a los migrantes, hoy quizás está viviendo la peor polarización desde la Guerra Civil.
"Pero mientras estamos en este altar hoy, sabemos que no hay divisiones, no 'nosotros' contra 'ellos'. No importa quiénes somos o de dónde venimos, somos una familia. Y somos pecadores, todos necesitamos la misericordia y la redención de Dios", acotó.
Mons. Gomez recordó que la muerte de Cristo une a todos los fieles en una historia de redención y un llamado a la conversión.
"En Jesucristo, cada barrera, cada muro se cae. No hay mexicanos ni vietnamitas, coreanos o filipinos; ni ruso ni venezolano, ni migrante ni nativo. En Jesucristo, todos somos hijos de Dios, hechos a su imagen", explicó.
Cuando se ve a través de esta lente, está claro que la inmigración no es simplemente un problema político, sino también espiritual, dijo el Prelado.
"La inmigración no se trata solo de fronteras entre naciones. Se trata de barreras en el corazón humano, barreras que nos hacen temer a las personas que no se parecen a nosotros; barreras que nos hacen ver a los demás como menos humanos que no vale la pena preocuparnos por ellos", añadió.
El Arzobispo señaló a la Virgen María como una defensora especial de América. Animó a todos los presentes a rezar un Rosario diario por la conversión de los corazones y la curación de la nación.
"Cuando las circunstancias parecen sombrías, podemos recordar que Cristo es el Señor de la Creación y de la historia. Eso significa que este mundo le pertenece. Y le pertenecemos a él. Y quiere que cada uno de nosotros tenga un lugar al que podamos llamar hogar", añadió.
Finalmente, Mons. Gomez enfatizó que "el odio nunca puede cambiar a quien odia", sino que solamente "el amor lo puede".
"El amor cristiano no es débil ni blando. El amor cristiano significa trabajar por el bien del otro. Significa hablar con aquellos que no están de acuerdo con nosotros, tratarlos con amabilidad y respeto, tratar de ver las cosas a través de sus ojos", concluyó.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.