La compleja situación migratoria de la región, alentó a los obispos de la triple frontera Bolivia, Chile y Perú a hacer un llamado urgente para promover una cultura del encuentro y protección hacia los inmigrantes.
La declaración fue realizada el 22 de agosto desde la localidad de Iroco en Oruro (Bolivia) al finalizar el VII Encuentro de Pastoral de Movilidad Humana de la triple frontera, en el que participaron obispos y agentes pastorales de las diócesis peruanas de Tacna, Puno y Juliaca; las diócesis bolivianas de Oruro- Pisiga, La Paz y El Alto-Desaguadero; y las diócesis chilenas de Arica, Iquique, Calama, Antofagasta y Copiapó.
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En conferencia de prensa, los obispos valoraron "el esfuerzo" para "generar espacios de acogida, protección, promoción e integración de las personas migrantes y refugiadas" de parte la Iglesia de Bolivia, Chile y Perú, así como los gobiernos, instituciones locales y organismos internacionales.
Sin embargo, "el trabajo realizado es insuficiente", alertaron.
En ese sentido, invitaron a "los mismos actores y a la sociedad en general a promover la cultura del encuentro, realizando acciones concretas de protección hacia los migrantes y personas necesitadas de protección durante el tránsito y el acceso al territorio de los países de destino".
Ellos por su parte, renovaron su compromiso "de colaboración y servicio con las instituciones del Estado y sociedad civil, a fin de mitigar el dolor y el sufrimiento de quienes buscan una nueva esperanza de vida".
La migración forzosa más relevante de los últimos años es la que vive Venezuela producto de la crisis económica y política, la violencia generalizada, la escasez de medicamentos y alimentos.
De acuerdo a un informe presentado a fines de junio de 2019 por la Organización de Estados Americanos, al menos 4 millones de venezolanos, un 13% del total de la población, han salido del país a un ritmo de 5 mil personas por día.
Entre Colombia, Chile y Perú se encuentra el 67,5% de los inmigrantes venezolanos.
La crisis migratoria ha empeorado debido a las nuevas políticas de ingreso implementadas por países como Chile desde el 22 de junio de 2019. Esto ha hecho que cientos de familias, mujeres embarazadas, ancianos y niños queden atascados en las fronteras, a la espera de regularizar su situación.
La "compleja dinámica migratoria actual, sin precedentes" es una preocupación para los Obispos de la triple frontera ya que las "dificultades de acceso regular y de asilo a territorios" obligan a los inmigrantes a "la irregularidad y al precario acceso a derechos básicos como documentación, salud, vivienda, alimentación, educación, vestimenta y trabajo digno entre otros", denunciaron.
Asimismo, sufren vulneración de derechos como la trata de personas, explotación laboral, sexual y otros tipos de abusos, que ponen "en riesgo la vida, dignidad e integridad de quienes presentan mayor índice de vulnerabilidad, como son las mujeres, los niños, las niñas y adolescentes", aseguraron.
Los encuentros de Pastoral de Movilidad Humana de la triple frontera tiene como objetivos mirar la realidad migratoria de las fronteras y fortalecer la acción pastoral para promover la dignidad de las personas en situación de movilidad humana, a través de la comunión y el compromiso solidario entre Iglesias hermanas.
Los encuentros de Triple Frontera comenzaron en 2004 en Tacna (Perú) como una forma de dialogar, analizar y coordinar acciones pastorales en materia de movilidad humana.
Luego se han desarrollado otros encuentros en 2008 Iquique (Chile); 2011 Tacna (Perú); 2013 Oruro (Bolivia); 2015 Antofagasta (Chile); y 2017 Puno (Perú).