El Arzobispo de Filadelfia (Estados Unidos), Mons. Charles Chaput, afirmó que el solo control de armas no detendrá de manera eficiente los tiroteos, pues es necesario ir más allá "de los síntomas para erradicar la violencia".
Así lo indicó el Prelado en su columna del 5 de agosto publicada en el Catholic Philly luego de los tiroteos ocurridos en Gilroy (California), El Paso (Texas) y Dayton (Ohio).
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El Arzobispo dijo que apoya totalmente la revisión de los antecedentes y restricciones en personas que pueden comprar armas, pero precisó que "solo un tonto puede creer que el control de armas será la solución al problema de la violencia masiva".
"La gente que ha usado armas en estos repugnantes incidentes son agentes de moral con el corazón torcido. Y ese problema surge de la cultura de la anarquía sexual, el exceso personal, el odio políticos, la deshonestidad intelectual y las libertades pervertidas que hemos creado sistemáticamente durante los últimos 50 años", señaló el Prelado estadounidense.
Antes de servir en Filadelfia, Mons. Chaput fue durante algunos años Arzobispo de Denver. Mientras estuvo allí tuvo la difícil misión de consolar a la comunidad tras el tiroteo del 20 de abril de 1999 en la escuela secundaria de Columbine.
Ese día murieron 12 estudiantes y un profesor. Otras 24 personas resultaron heridas.
El Arzobispo acudió al Senado luego de la masacre y ante los legisladores denunció "una cultura que promueve la violencia en muchas formas", algo que se ha convertido en "parte de nuestro tejido social".
En su columna del 5 de agosto, Mons. Chaput recordó que ante el Senado en 1999 también dijo que "cuando construimos nuestras campañas publicitarias en base al egoísmo y la codicia del consumidor; y cuando el dinero se convierte en la medida universal del valor, ¿por qué nos sorprende que el sentido de comunidad se erosione?"
"Cuando glorificamos y multiplicamos las armas, ¿por qué nos sorprende que las usen los chicos?", cuestionó entonces.
En esa ocasión el Arzobispo también cuestionó el uso de la pena de muerte y la legalidad del aborto como "algunos tipos de asesinatos que encumbramos como derecho y que se protege con la ley, lo que genera una 'contradicción social' que reduce el aprecio por la vida humana".
En su artículo, el Prelado estadounidense refirió que "no sirve tratar los síntomas en una cultura de violencia. Necesitamos ir más allá. Hasta que no hagamos eso, nada fundamental podrá cambiar".