A través de un comunicado, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) informó "con gran regocijo" la aprobación del Beato Anacleto González Flores como Patrono de los Laicos mexicanos.
Los obispos indicaron que esta decisión fue tomada por la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos a través de un decreto con fecha del día 11 de julio.
En abril de 2017, durante la CIII Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, los obispos votaron por unanimidad para que se declare al Beato como "Patrono de los Laicos", y se instituyó la celebración del Día del Laico el tercer fin de semana de noviembre, coincidiendo con la fiesta de Cristo Rey. Asimismo, el Dicasterio atendió y aceptó esta solicitud.
"En la alegría de la oración nos encomendamos al nuevo Patrono de los Laicos. Que el ejemplo de su entregado amor a Dios nos recuerde que el camino de la santidad es un martirio vivificante que sólo es posible gracias a la fuerza de Dios", expresó el CEM.
El joven mártir nació en Tepatitlán, Jalisco (México) el 13 de julio de 1888, en un ambiente de extrema pobreza. Tres años después de haber asistido a unos Ejercicios Espirituales, el beato ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos, donde desarrolló vastos conocimiento ciencias y se ganó el apodo de "Maistro Cleto" por reemplazar al catedrático cuando se ausentaba.
Más tarde, entendió que su vocación no era ser sacerdote e ingresó a la Escuela libre de leyes. Además, se destacó como un "notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en paladín laico de los católicos de Guadalajara". Asimismo, inspirado por la encíclica Rerum novarum del Papa León XIII, organizó sindicatos católicos y motivó la realización de círculos de estudio.
En las primeras décadas del siglo XX las tensiones entre la Iglesia y el Estado mexicano detonaron la Guerra Cristera.
La Constitución de 1917 restringió el culto público y el número de sacerdotes, mientras que leyes como la "Ley Calles", promulgada por Plutarco Elías Calles, haría efectiva las prohibiciones contra la Iglesia. Los sacerdotes no podían vestir traje talar en las calles, se eliminaron las congregaciones religiosas, así como también la enseñanza de religión en las escuelas.
En consecuencia, las iglesias suspendieron los cultos el 31 de julio de 1926, provocando que miles de pobladores de diferentes ciudades de México se levantaran contra el Gobierno. Estos hechos se narran en la película mexicana "Cristiada", la cual recoge esta lucha por el derecho a la libertad de culto en el país.
González, interpretado en el filme por el activista provida Eduardo Verástegui, fue martirizado durante la Guerra Cristera por defender la libertad religiosa. "Yo muero, pero Dios no muere. ¡Viva Cristo Rey!", fueron sus últimas palabras.
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