En una charla de hace 72 años, el Arzobispo estadounidense Fulton Sheen, que será declarado beato próximamente por el Vaticano, profetizó muchas de las problemáticas que vive el mundo posmoderno como el mal del aborto o la ruptura de la institución familiar.
"Estamos al final de la cristiandad", dijo el Arzobispo Fulton Sheen durante una emisión radial el 26 de enero de 1947; luego aclaró que no se refería al cristianismo ni a la Iglesia, sino a la cristiandad como "una vida económica, política y social inspirada en los principios cristianos".
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"Eso está terminando, lo hemos visto morir. Mira los síntomas: la ruptura de la familia, el divorcio, el aborto, la inmoralidad, la deshonestidad general", dijo el Prelado.
El aquel momento se preguntó: "¿Por qué es que tan pocos se dan cuenta de la gravedad de nuestra crisis actual?". Y respondió: "En parte porque los hombres no quieren creer que sus propios tiempos son malos, en parte porque implica demasiada autoacusación, y principalmente porque no tienen estándares fuera de sí mismos para sopesar su tiempo".
"Solo aquellos que viven por la fe realmente saben lo que está pasando en el mundo. Las grandes masas sin fe están inconscientes de los procesos destructivos que acontecen", afirmó.
El Arzobispo Sheen se preguntó si el mundo es consciente de los signos de los tiempos, porque "los dogmas básicos del mundo moderno se disolvieron ante nuestros ojos". Aseguró que estos fueron reemplazados por suposiciones que provienen de la mente del hombre.
En primer lugar, que "no hay otra función en la vida que la de producir y adquirir riqueza". En segundo lugar "la idea de que el hombre es naturalmente bueno y no tiene necesidad de un Dios que le dé derechos, o un Redentor que lo salve de la culpa, porque el progreso es automático gracias a la educación y la evolución de la ciencia, que algún día hará del hombre una especie de dios".
Finalmente, otra suposición abarca la idea de que "la razón" no está hecha para "descubrir el significado y objetivo de la vida, es decir, la salvación del alma, sino simplemente idear nuevos avances técnicos".
"¿No está la tecnología, avanzando a un ritmo vertiginoso, exigiendo la obediencia de gran parte de la población?", se preguntó el Arzobispo Sheen.
Luego, el Arzobispo dijo que el futuro tendrá dos tipos de personas: aquellas seguidoras del Dios que se hizo hombre y otros hombres que "se hacen dios".
Incluso en esos días de 1947, el Arzobispo Sheen criticó "la mediocridad y el compromiso caracterizan las vidas de muchos cristianos".
"Muchos leen las mismas novelas que los paganos modernos, educan a sus hijos de la misma manera impía, escuchan a los mismos comentaristas que no tienen otra norma que juzgar hoy por ayer y mañana por hoy, permitir que prácticas paganas como el divorcio y el nuevo matrimonio se introduzcan en la familia; no faltan los llamados líderes obreros católicos que recomiendan comunistas para el Congreso, o escritores católicos que aceptan las presidencias en las organizaciones del frente comunista para inculcar ideas totalitarias en las películas" criticó.
También reconoció que "ya no existe el conflicto y la oposición que se supone que caracteriza" a los católicos, lo cuales están "influyendo en el mundo menos de lo que el mundo les influye".
En otro momento, el Arzobispo Sheen hizo un bosquejo de los cristianos actuales, es decir, personas que defienden la fe, la vida y el matrimonio.
"El mal debe venir a rechazarnos, a despreciarnos, a odiarnos, a perseguirnos, y luego definiremos nuestras lealtades, afirmaremos nuestras fidelidades y afirmaremos de qué lado estamos. ¿Cómo se manifestarán los árboles fuertes y débiles a menos que sopla el viento? Nuestra cantidad disminuirá, pero nuestra calidad aumentará. Entonces serán verificadas las palabras de Nuestro Maestro: el que no se reúne conmigo, se dispersa", indicó.
Como los profetas de antaño, el Arzobispo Sheen se mantuvo firme en la esperanza, dando recomendaciones prácticas que hoy son tan actuales como en 1947.
Primero, que los cristianos "deben darse cuenta de que un momento de crisis no es un momento de desesperación, sino de oportunidades" y "cuanto más podamos anticipar el destino, más podremos evitarlo".
El Arzobispo Sheen también ofreció este gran aliento lleno de esperanza: "Una de las sorpresas del cielo será ver cuántos santos se hicieron en medio del caos, la guerra y la revolución".
Sheen instó a todos a orar: "Las fuerzas del mal están unidas; las fuerzas del bien están divididas. Es posible que no podamos reunirnos en el mismo banco, pero podemos encontrarnos de rodillas".
En otro momento, afirmó que "el problema más importante en el mundo de hoy es tu alma, porque de eso se trata la lucha".
Finalmente, pidió acudir a los sacramentos, rezar el Rosario en familia, asistir a la Hora Santa e invocar la protección de San Miguel Arcángel.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.