El P. Mussie Zerai denunció las "brutales acciones" del gobierno del país africano al cerrar, usando el ejército, 21 hospitales y centros de salud católicos.
"Las brutales acciones del gobierno de Eritrea tienen como objetivo privar a la Iglesia de todos los servicios que ofrece en el campo educativo y sanitario. Según el gobierno, nuestro trabajo debe estar limitado a los templos", dijo el sacerdote en diálogo con la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
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Desde Roma, donde vive y puede denunciar las agresiones del gobierno contra la libertad religiosa, el sacerdote señaló que a mediados de junio el ejército eritreo ocupó a la fuerza y cerró 21 hospitales y centros médicos de la Iglesia.
"Los pacientes fueron literalmente arrojados de sus camas. Los militares destrozaron ventanas y puertas y presionaron a los empleados", explicó el sacerdote.
La directora de un hospital del norte de Eritrea, una religiosa franciscana, fue detenida por resistirse. "No hay ninguna justificación para estas acciones del régimen que castiga a los que se preocupan por los más pobres", lamentó el presbítero.
La Iglesia atiende anualmente a más de 200 mil personas. "La mayoría de los pacientes no eran católicos, sino cristianos ortodoxos, musulmanes y miembros de otras religiones. Los centros frecuentemente se encuentran en áreas remotas", precisó el P. Zerai.
En 2018 el gobierno ya había cerrado ocho centros médicos sin motivo claro. Para el sacerdote, el régimen del presidente Isaias Aferweki "está obsesionado con controlar todo y a todos. Considera a la Iglesia Católica como una amenaza porque estamos conectados internacionalmente y cuestionamos algunos temas".
En Eritrea hay entre 120 mil y 160 mil católicos. La mitad de la población es cristiana; también hay ortodoxos y luteranos. Los musulmanes son de la rama sunita pero el islam no es la religión oficial.
El P. Zerai precisó que Eritrea "tiene un carácter ateo; si fuera por el Gobierno, no habría ninguna religión. En definitiva, procede de la misma escuela que China".
El sacerdote dijo que el gobierno presiona con frecuencia a los cuatro obispos del país y muchos cristianos son encarcelados sin razón alguna. "Frecuentemente, sin aducir los motivos; los familiares no saben dónde están ni siquiera si todavía viven", lamentó.
El patriarca ortodoxo está bajo arresto domiciliario desde hace 14 años. Recientemente fueron detenidos cinco monjes ortodoxos, tres de ellos mayores de 70 años. "Cualquier tipo de resistencia, aunque solo se insinúe en lo más mínimo, es sofocada inmediatamente", por eso la mayoría de denuncias de violaciones de los derechos humanos en Eritrea proceden de refugiados.
Hoy en día el país no tiene Constitución y por ese motivo se puede detener sin razón "a personas en su propia casa. El servicio militar se ha convertido además en una esclavitud legalizada. A los jóvenes se les priva de tener una posibilidad de futuro", indicó el P. Zerai.
El país está casi aislado y "actualmente, los Estados intentan integrar más a Eritrea a nivel internacional, para conseguir así una apertura", dijo el sacerdote.
A pesar de todo, prosiguió, "la Iglesia Católica continuará no solo su labor pastoral, sino también social. Ya lo dice la Biblia: la fe, sin las obras, no es nada. Privar a la Iglesia de su posibilidad de ejercer la caridad es como si se le amputara un brazo".
Desde 2016, ACN ha financiado en Eritrea 44 proyectos por casi 900 mil euros que han servido para construir capillas, dar estipendios, comprar autos para facilitar la movilidad de sacerdotes; y ayuda a la subsistencia de religiosas.