El Observador Permanente de la Santa Sede ante las Organizaciones y Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, FIDA, PMA), Mons. Fernando Chica Arellano, alentó a estas entidades a combatir la pobreza extrema con acciones concretas y no solo con "discursos grandilocuentes".
Así lo indicó el Prelado en su discurso el 18 de junio en la sede de la FAO en Roma sobre el tema "Asumir el desafío de llegar a los más pobres en las áreas rurales. Lanzamiento del marco corporativo de la FAO para la pobreza extrema rural".
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Tras recordar que el Papa Francisco ha alentado la lucha contra este flagelo en distintas ocasiones, el Prelado resaltó que "la pobreza extrema se combate con acciones dirigidas a promover el desarrollo rural integral. Digo 'acciones' porque no bastan las meras palabras, los discursos grandilocuentes, los dossieres y la multiplicación de reuniones".
"Es necesario emprender iniciativas concretas para erradicar la pobreza, luchar contra el hambre y promover la soberanía alimentaria. Es importante invertir en las regiones rurales, dedicar a ellas recursos de todo tipo, también financieros, porque el éxodo del campo a la ciudad es una tendencia global que no se puede ignorar", prosiguió.
Mons. Arellano recordó asimismo que el Santo Padre se ha referido a la importancia de "favorecer las tres T: Tierra, Techo, Trabajo, para que tengamos una patria sin esclavos ni excluidos".
"Tierra, porque solamente la autonomía y la soberanía alimentaria pueden permitir que las poblaciones locales que viven en áreas rurales puedan proveerse de su propio sustento, sin estar atenazadas por subsidios y medidas impuestas desde el exterior".
El techo también es importante, dijo, "porque la vivienda es un derecho inalienable. Por consiguiente, desarrollar políticas que permitan a las personas disfrutar de una vivienda es necesario para combatir la exclusión social de un número muy elevado de personas y familias que no tienen acceso a una vida digna. Son seres humanos que forman un microcosmos con frecuencia marginado, signado por la desesperación, el hambre y el miedo".
En tercer lugar, indicó, "el trabajo decente es el medio privilegiado para erradicar la pobreza y permitir la emancipación social. Esta triple coordenada revela lo fundamental que es invertir en la expansión de los sistemas de protección social y los programas de asistencia social".
El Observador Permanente resaltó luego que "esta reunión no puede quedarse enclaustrada entre estas paredes, ni sus conclusiones encerradas en una bella publicación y nada más".
"Nuestro encuentro ha de convertirse en un grito, en un pujante acicate que invite a los aquí presentes, con papeles destacados en el seno de los Estados y los Organismos internacionales, a salir al encuentro de los desfavorecidos, a llegar de forma eficaz hasta ellos, que no son meros números, ni simples estadísticas".
Esta ocasión, continuó Mons. Chica Arellano "puede transformarse en una oportunidad adicional, que contribuya al desarraigo de la pobreza extrema a través de la promoción del desarrollo rural integral, con vistas a la mejora de las condiciones de vida de cada uno en particular y de la familia humana en su conjunto".
"Únicamente de esta manera podremos superar la inhumana globalización, de la que el Papa Francisco habla a menudo, y que se caracteriza por la indiferencia ante el sufrimiento ajeno y el declive de la idea del bien común".
Para concluir, el Observador alentó a traducir "las intenciones y propósitos en acciones válidas, si de una vez por todas los compromisos se convierten en realidades que favorezcan políticas nacionales y locales en apoyo de las regiones rurales, y si nuestras vidas reflejan nítidamente que es posible rechazar el consumismo y recuperar la solidaridad y la atención hacia los más débiles como valores esenciales de nuestra conducta".