El sábado 1 de junio, miles de personas peregrinaron hacia la Catedral de San Cristóbal (Venezuela) para rogarle al Sagrado Corazón de Jesús por la paz, la justicia, la libertad y la democracia en el país, ante la crisis agravada por el régimen de Nicolás Maduro.
Según señala la oficina de prensa de la Diócesis de San Cristóbal, los fieles y sacerdotes peregrinaron desde tempranas horas desde sus parroquias, con cantos y oraciones por calles y avenidas de la ciudad, para concluir en el atrio de la catedral a las 11:00 a.m. para la celebración de la Misa.
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La Eucaristía fue presidida por el Obispo de San Cristóbal, Mons. Mario Moronta; y c concelebrada por el Obispo Auxiliar Emérito de Mérida, Mons. Luis Alfonso Márquez; y los sacerdotes diocesanos.
La homilía estuvo a cargo del P. Nepomuceno Hernández, Vicario General de la Diócesis de San Cristóbal, quien alentó a suplicar a Dios para que "cesen los males, y que emprendamos el camino de conversión (...) para ser un pueblo arrepentido de sus errores cometidos y purificados por el dolor y el sufrimiento".
También repudió las calumnias y amenazas que recibieron recientemente Mons. Moronta, sacerdotes, fieles, el seminario diocesano, y algunas parroquias. El presbítero alentó a los fieles a afrontar esta situación con humildad, paciencia y valentía.
Al final de la Misa, el Obispo de San Cristóbal elevó una intensa y emotiva oración al Sagrado Corazón de Jesús, en la que reflexionó sobre la realidad del pueblo venezolano.
A continuación, el texto completo de la oración:
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN VOS CONFÍO!
Así nos enseñaron nuestros padres y abuelos desde niños, y así decimos en esta mañana de peregrinación eclesial diocesana para iniciar el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Es nuestra plegaria dirigida a Ti, Rey de Reyes, el único y verdadero eterno, el mismo ayer, hoy y siempre, principio y fin de nuestra historia.
A Ti acudimos con la misma confianza que nos enseñaron nuestros mayores y ahora seguimos enseñando a las nuevas generaciones.
Es la confianza de la fe y del amor con total esperanza. Sabemos que nos escuchas y no nos abandonas aún en medio de las dificultades y pruebas por las que pasamos. Te hiciste hombre igual a nosotros menos en el pecado. Por eso, sabemos que nos escuchas y nos hablas, que caminas junto a nosotros y nos alientas para ir adelante en tu nombre.
Hoy volvemos a acudir ante Ti: te damos todo honor y gloria y te reconocemos como el Dios de la libertad y del amor, de la justicia y de la Paz, que, desde el trono de tu Cruz inauguraste el Reino de salvación y con tu resurrección venciste la oscurana del pecado y de la maldad. Eres el Cordero victorioso ofrecido e inmolado por toda la humanidad. Eres el vencedor del maligno y el que nos da el maravilloso regalo de poder llegar a ser hijos de Dios Padre.
Te contemplamos, traspasado por la lanza del soldado romano. Y al contemplarte vemos tu Corazón lleno de amor por la humanidad. Tu Corazón golpeado y desangrado de donde nacieron los sacramentos y la Iglesia. Pero, al verte en tu entrega de amor por todos nosotros nos alentamos, pues sabemos que ese Corazón sigue estando lleno de misericordia, de perdón y de consuelo para cada uno de nosotros.
Te adoramos. Eres el Dios que nos da la Vida Nueva. Desde tu encarnación y con tu Pascua nos has llenado de tu gracia. Ella ha abundado siempre y se ha enriquecido con el don de tu Espíritu con el cual nos llenamos de entusiasmo para ser tus testigos. No queremos fallarte, porque Tú sigues siendo el Testigo fiel que aboga continuamente por nosotros ante Dios Padre. Te reconocemos y te seguimos, como discípulos misioneros para dar a conocer tu Palabra, de vida eterna.
Acudimos a Ti porque sabemos que no nos engañas ni nos defraudas. Ante las angustias del momento presente en nuestra región y en nuestra Patria, sabemos que nos atiendes y sostienes. Confiamos en Ti como Tú confías en vosotros. Ante Ti venimos a decirte lo que en su momento dijo Pedro: "¡Señor ¿a quién iremos?"! ¡Sólo Tú tienes Palabras de vida eterna!
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO!
Escucha el clamor de tu pueblo. Muchos apenas lo pueden hacer sentir porque se encuentran cansados o golpeados o desalentados. Es el clamor que pide respeto por su dignidad tan mancillada y menospreciada por tantos que se creen los dueños de las personas y de la patria. Es el clamor que hoy te presentamos con la confianza de discípulos y la seguridad de que seremos escuchados.
¡Señor! Es el clamor de tantos padres de familia que están viendo cómo sus hijos fallecen porque no hay cómo hacerles trasplantes de médula, o recibir curas necesarias para sus enfermedades, o porque están desnutridos y ya no pueden subsistir.
Es el clamor de tantas familias que ven a sus hijos irse a otros países en búsqueda de un mejor tenor de vida y se quedan en la soledad y hasta indefensión.
Es el clamor de todos los ciudadanos que ya nos sentimos tan rebajados por el desprecio de quienes nos gobiernan: no hay ninguna seguridad para poder vivir decentemente y con dignidad.
Es el clamor de los familiares de los presos fallecidos en Acarigua y otros lugares de reclusión y que ante sus exigencias sólo han recibido el ensordecedor silencio de quienes se dicen estar al servicio del pueblo.
Es el clamor de tantas otras familias cuyos miembros han sido seducidos por quienes les ofrecen trabajos apetitosos y terminan esclavizándolos en la trata de personas y en la prostitución.
¡Señor! Elevamos esos clamores ante Ti Estamos seguros de que los escucharás. Son muchos más. Allí están los clamores de toda nuestra gente de frontera que vive amenazada por los grupos irregulares, los creados por las nuevas situaciones que están agravando la crisis que atraviesa nuestro país: la falta de gasolina, los continuos apagones, la especulación de quienes suben los precios o negocian con precios impagables la gasolina, medicamentos, alimentos y otros insumos.
La indefensión en el campo de la salud… el deterioro continuo de una educación que no da garantías de una formación integral… los dolores de quienes han sido maltratados y torturados en sus lugares de detención…
Acudimos a Ti para pedirte la fuerza necesaria y así poder ir construyendo la sociedad que necesitamos. No queremos resignarnos. Eso sería lo último y sería contrario a la enseñanza que nos diste con tu entrega en la Cruz.
Tampoco queremos tener una expectativa pasiva de quien aguarda que otros vengan a solucionarnos nuestros problemas. Mucho menos queremos ser conformistas y pensar que nada se puede hacer o nada se puede solucionar.
Por eso, acudimos a Ti con la confianza de la esperanza. Sabemos que nos escuchas y nos ayudarás con sabiduría y decisión a cambiar todo este cúmulo de dificultades y problemas que nos han venido acogotando.
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO!
También Señor, en esta mañana te traemos interrogantes que se unen a los clamores. ¿Por qué siendo un país con todas las riquezas que el Padre Creador nos ha dado se ha empobrecido? Sabemos que hay responsables de ello… lo triste es que siguen engañando a muchos con la excusa de una supuesta guerra económica. Esa interrogante se acrecienta al ver que son numerosos los que se han enriquecido y han optado por la corrupción como estilo de vida. Y hasta lo justifican.
¿Cómo es, Señor, que no hay dinero para los trasplantes de médula para nuestros niños y para atender todas las necesidades en el campo de la salud, y sí hay para comprar uniformes militares o mandar a fabricar ametralladoras? ¿Cómo es que quienes tienen que proteger nuestra soberanía permiten que los grupos irregulares hagan vida en nuestro territorio?
¿Cómo se cierran las fronteras sin ningún tipo de justificación y se hacen de la vista gorda para el negocio de cobrar por las trochas y caminos verdes que conducen a la hermana Colombia? ¿Cómo es que hay protectores del pueblo que lo catalogan como gente común cualquiera que debe hacer las colas por la gasolina sin privilegios?
¿Dónde están las autoridades para defender a nuestra gente de la especulación y de la extorsión o vacuna? ¿Por qué quienes deben defender y proteger la naturaleza, la creación, la casa común no se encuentran en los lugares, como Valle Plateado en Uribante, donde están realizando serios y degradantes ataques por una supuesta explotación minera?
¿Por qué sí se consiguen esas autoridades en los puestos de control haciendo bajar a las personas de los buses para registrales sus equipajes y hasta quedarse con mucho de lo que puedan llevar?
¿Por qué quienes están en las esferas del poder ejecutivo de la nación no terminan de escuchar las interrogantes y las peticiones de nuestro pueblo? ¿Por qué, Señor, se siguen aferrando al poder y endurecen su cerviz ante el empobrecimiento del pueblo? ¿Por qué, quienes podrían ayudar a solucionar nuestra crisis, consideran a Venezuela como una ficha más de carácter geopolítico y no ven la dignidad de una sociedad golpeada, mancillada y expoliada?
Confiamos, Señor, que puedes escucharnos. Te pedimos también que toques el corazón de quienes tienen que tomar una decisión a favor del país. Ilumina a todos y haz que podamos juntos construir la paz y la convivencia fraterna. No queremos seguir siendo engañados.
Tú que eres la Verdad y la Vida, dale a nuestros dirigentes políticos el coraje de comprometerse por la vida y de decir siempre la verdad. Te decimos que, como pueblo, estamos cansados de tanto engaño y tanto menosprecio. No queremos perder la esperanza, pero tampoco queremos que se juegue con nosotros.
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO!
Danos a todos la gracia de ser fieles a tu Evangelio. Tú estás con nosotros y eres el modelo verdadero a seguir. Al contemplarte en el ícono de tu Sagrado Corazón, podemos reconocerte como el Dios humanado, cercano, liberador, que nos da testimonio de sufrimiento y resurrección. Por eso, parafraseando a los cantores de tu pueblo podemos decirte:
"Tú eres el Dios de los pobres, el Dios humano y sencillo, el Dios que suda en la calle, el Dios de rostro curtido, por eso es que te hablo yo así como te habla mi pueblo… Tú vas de la mano con mi gente, en las calles y caminos, en las ciudades y en la frontera, en los hospitales y escuelas... Yo te he visto en las colas para tanquear gasolina o para cobrar la pensión con los ancianos… Tú comes pastelitos sabrosos con agua miel… Tú haces las colas para comprar alimentos… Tú pasas por la frontera en cada migrante que sale del país… Tú eres el Dios cercano con un Corazón lleno de misericordia".
Aquí estamos ante ti. Nos consuela que nos escuches y conozcas nuestras interrogantes. Ponemos en tus manos el trabajo permanente de quienes hacen de la solidaridad su estilo de vida; de tantos médicos que trabajan con las uñas; la ilusión de quienes buscan mejores soluciones sin querer explotar al pueblo.
Te presentamos el esfuerzo de nuestros sacerdotes, pastores de este pueblo sufriente; de nuestras religiosas y colaboradores en el anuncio del Evangelio. Tú conoces a nuestros laicos y su entusiasmo para edificar el reino de justicia y amor.
Tú sabes cómo nuestra Iglesia de San Cristóbal está comprometida por ser pueblo y actuar en tu nombre, en espíritu y verdad y para favorecer a todos sin excepciones. Tú sabes todo Señor; como te lo dijo Pedro, sabes que te amamos y confiamos en Ti.
Queremos que sepas que la gente, tu gente, puede seguir contando siempre con la Iglesia y sus pastores, pase lo que pase.
Luego de esta peregrinación, Señor, regresaremos a nuestros hogares y labores. Vamos confiados en Ti: contamos contigo. No tenemos miedo a las amenazas, a los insultos y descalificaciones, porque sabemos en quien sí hemos puesto nuestra confianza.
Nunca hemos perdido la confianza en Ti, que en el bonito ícono del Santo Cristo de la Grita te reconocemos como el único y verdadero protector del Táchira y de Venezuela: protector auténtico que no emplea violencia, ni cierra puentes ni destruye ilusiones… al contrario eres puente y fuente de verdad y amor. Confiamos sólo en Ti y en quienes actúan en tu nombre.
¡SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS EN VOS CONFÍO!
¡VIVA CRISTO REY!