El Papa Francisco nombró a Mons. Ignazio Sanna, Arzobispo Emérito de Oristano (Italia), como nuevo presidente de la Pontificia Academia de Teología, un importante dicasterio del Vaticano que tiene como misión promover el diálogo entre fe y razón; así como la profundización de la doctrina cristiana.
Mons. Ignazio Sanna tiene 77 años. Nació en Italia el 20 de febrero de 1942. Fue ordenado sacerdote el 11 de marzo de 1967. En 1983 fue nombrado capellán de honor de Su Santidad.
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Desde el 27 de noviembre del año 2000 ha sido miembro ordinario de la Pontificia Academia de Teología y del 2004 al 2006 fue miembro ordinario de la Comisión Teológica Internacional.
El 22 de abril de 2006 fue designado Arzobispo de Oristano, cargo que ejerció hasta el 4 de mayo de este año cuando el Papa Francisco aceptó su renuncia por haber superado el límite de 75 años de edad para el servicio episcopal.
¿Qué es y qué hace la Pontificia Academia de Teología?
Según indica el Pontificio Consejo para la Cultura, dicasterio al que está asociado la Pontificia Academia de Teología, esta institución fue fundada en Roma y recibió sus primeros estatutos del Papa Clemente XI en 1718.
"Creada como sede de las ciencias sagradas con el fin de formar teólogos bien preparados, la Academia tiene la misión de promover el diálogo entre la fe y la razón, así como profundizar la doctrina cristiana", señala el sitio web.
Esta tarea se realiza siguiendo las indicaciones del Papa "para presentar el mensaje cristiano de modo que corresponda a las exigencias de nuestro tiempo".
Como base para su misión, la Pontificia Academia de Teología tiene a la encíclica Fides et ratio del Papa San Juan Pablo II, donde se precisa que la tarea de este organismo "consiste en el presentar la inteligencia de la Revelación y el contenido de la fe" que se expresan en el tiempo y en las culturas.
"Una de las principales tareas de los académicos consiste en comprender la verdad revelada y presentarla a los hombres de hoy, para que reciban el mensaje de Cristo y lo encarnen en la propia vida y en la propia cultura, como fuente inagotable de renovación, tanto en el campo de la fe como de la moral", indica el sitio web.