El Papa Francisco visitó la Catedral de Santa María Reina localizada en la población de Iasi en Rumanía en donde pudo saludar y bendecir a muchos enfermos.
Al llegar, el Papa fue recibido por numerosos fieles fuera de la Catedral. En la puerta de la iglesia, un Obispo de Rumanía le entregó a Francisco un crucifijo con el cual bendijo a los presentes y después, el párroco de la Catedral, junto a una familia, le dio al Papa agua bendita con la cual realizó un breve gesto de aspersión.
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Posteriormente, el Pontífice dedicó varios minutos para saludar a muchos de los católicos presentes, entre los que se encontraban numerosos enfermos, personas ancianas y religiosas.
Después de un momento de oración en silencio en el centro del altar, Francisco recibió de un sacerdote anciano y un joven diácono una vela encendida que colocó delante de las reliquias del Beato Mártir Anton Durcovici, quien fue víctima durante el régimen comunista.
Luego, el Papa Francisco improvisó unas breves palabras en las que afirmó: "Quisiera dar a todos ustedes la bendición con mi gratitud por estar aquí. Gracias por venir, gracias por estar con sus enfermos, gracias a ustedes que llevan adelante la enfermedad y la ofrecen al Señor".
Luego, el Santo Padre invitó a rezar juntos a la Virgen antes de impartir la bendición apostólica y los presentes rezaron un Ave María en rumano.
Tras impartir la bendición apostólica en latín, el Papa les pidió a los presentes: "Por favor, recen por mi".
Al salir de la Catedral, el Santo Padre subió al papa móvil para recorrer las calles que estaban abarrotadas de personas y dirigirse hacia el Palacio de la Cultura en donde tendrá un encuentro mariano con la juventud y con las familias.