Con motivo de la Fiesta de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, que la Iglesia celebra este viernes 31 de mayo, recuperamos las palabras pronunciadas por el Cardenal Sarah, Prefecto de la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, durante su visita a Sevilla (España), el pasado mes de marzo.
En la Basílica de la bienaventurada Virgen María de la Esperanza Macarena, el Cardenal Sarah reflexionó sobre la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel y recordó las palabras del Evangelio de San Lucas: "María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña".
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"María", explicó, "aquella que había escuchado de labios del ángel Gabriel en la Anunciación, que su pariente Isabel 'ha concebido un hijo en su vejez porque para Dios nada hay imposible', se levanta y se pone en camino, pero no de cualquier modo sino 'de prisa'".
En su discurso, el Cardenal Sarah recordó que "por la desobediencia de un hombre y una mujer, Adán y Eva, fuimos sentenciados a muerte, pero por la obediencia de otro hombre y otra mujer, Jesús y María, fue destruida dicha sentencia".
Precisamente, "por los méritos del sacrificio de Cristo, sumo sacerdote, y los sufrimientos de la Virgen María, Dios ha inundado con su amor el mundo entero".
Es "ese amor de Dios el que hace que María se levante y se ponga en camino de prisa para atender a su prima Isabel. En casa de Zacarías se encuentran: la que había concebido siendo virgen y la que había concebido siendo estéril, María e Isabel".
Explicó que "en la Anunciación es el ángel Gabriel el que saluda a María; en la Visitación es María la que saluda a Isabel y, 'en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre'. María es la llena de gracia porque el Espíritu Santo vendrá sobre ella y la fuerza del Altísimo la cubrirá con su sombra; por el contrario, Isabel, al saludo de su prima, se llena del Espíritu, salta la criatura en su vientre y proclama la grandeza de María".
"Juan, en el seno de su madre, había oído y sentido al Verbo, a la Palabra hecha carne que viene a ungirlo para que sea el precursor, es decir, el que prepare el camino de aquél que se definirá a sí mismo: 'Yo soy el camino y la verdad y la vida'".
El Cardenal Sarah señaló que "por medio del bautismo de conversión, el Bautista, preparará los corazones arrepentidos a recibir el bautismo de Espíritu Santo y fuego que administrará aquél de quien no es digno, ni siquiera, de desatar las correas de sus sandalias".
Asimismo, puso de relieve que "como Juan, también su madre Isabel proclama su indignidad ante la Madre de Dios: '¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?' y es que, quien contempla la grandiosidad del misterio del amor de Dios para con sus criaturas, no puede sino proclamar la grandeza del Señor y la pequeñez de nuestra condición humana".