En medio de la creciente violencia en México, que ha alcanzado en el primer trimestre de 2019 cifras históricas de homicidios, la Iglesia Católica puede tener un papel clave para enfrentar este mal.
En su reciente columna titulada "Niños y jóvenes sin futuro", publicada en el diario mexicano ContraRéplica, el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis de México, señaló que "el gobierno federal y los estatales se han visto totalmente rebasados por la violencia que como un jinete del apocalipsis se ha desatado en el país".
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"No será posible combatir este mal sino es con la unión de fuerzas del gobierno, la Iglesia y la sociedad civil", señaló.
El sacerdote señaló que de los 38,3 millones de mexicanos de entre cero y 17 años, más del 50% viven en situación de pobreza, mientras que 1,1 millones de jóvenes de 16 y 17 años no asisten a la escuela.
"Este dato nos sirve como preámbulo para tomar conciencia de un gravísimo problema que como un cáncer viene devastando nuestra patria: el reclutamiento de jóvenes por el crimen organizado y el asesinato de niños y adolescentes que, según la Red por los Derechos de la Infancia, en los últimos 13 años sumó la escalofriante suma de 17.600 menores ultimados, un promedio de mil 284 por año, y en el último año un promedio de 8 asesinatos por día".
Además, señaló, "en los últimos 12 años más de 6.400 niños se han reportado como desaparecidos, sin poder tener claridad si fueron asesinados o reclutados por el crimen organizado sin que se vuelva a tener noticia de ellos".
El P. Valdemar indicó que si bien "la pobreza y la carencia de escolaridad" expone a los menores a las garras del crimen organizado, "también es cierto que tras la base está una tremenda descomposición del tejido social y de una carente atención de los padres por sus hijos y de una nula formación moral y cristiana".
El sacerdote mexicano, que durante 15 años fue el director de comunicaciones de la Arquidiócesis de México, señaló que "la Iglesia a lo largo de la historia ha sabido responder a retos semejantes a los que ahora vivimos, y siempre ha tenido claro que la respuesta está en una sólida formación cristiana, en la educación, la ocupación y el trabajo".
"Pensemos en ejemplos de verdaderos padres de la juventud como San José de Calasanz, San Juan Bautista de la Salle o San Juan Bosco".
Estos santos, destacó, "conscientes de los graves peligros a los que se exponía la juventud de su época supieron encontrar las respuestas adecuadas y se empeñaron en cuerpo y alma a ayudar a los niños y a los jóvenes".