Mons. Silvio Báez, Obispo Auxiliar de Managua (Nicaragua) celebró su última Misa en el país antes de partir hacia el Vaticano donde el Papa Francisco pidió su traslado temporal por motivos de seguridad. El Prelado recordó que el diálogo es la única salida pacífica" a la crisis que atraviesa el país.
La Misa del Domingo de Resurrección en la parroquia de Nuestro Señor de Esquipulas, a 11 kilómetros al sureste de Managua, fue la última que Mons. Báez celebró en Nicaragua antes de partir al Vaticano después de que el Papa Francisco solicitó su traslado a Roma.
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Según informaron varios medios locales, Mons. Báez celebró la Misa visiblemente emocionado tras las numerosas muestras de afecto del pueblo nicaragüense.
Durante la homilía, Mons. Báez explicó que los cristianos deben adoptar una postura "clara y firme" contra "todo lo que destruye o degrada la vida y la dignidad humana. ¡No se negocian las libertades! Ni la dignidad ni la vida de las personas".
"Allí donde los hombres ponen muertos, introducen lágrimas y derraman sangre inocente, Dios pone vida. Allí donde parece que la injusticia humana triunfa, en el Resucitado tenemos la certeza de la justicia de Dios por encima de las injusticias humanas", subrayó.
"La tumba está vacía. Cristo ha resucitado. No dejemos que nos dejen vivir en una tumba social. Nicaragua no es una tumba; que Nicaragua sea una tierra de hombres y mujeres libres que aman la justicia y la libertad", expresó.
"Aún en medio del dolor tengo una gran paz, una gran alegría. Quisiera decirles que vamos a estar unidos", aseguró el Prelado, quien subrayó que "cuando recemos juntos, vamos estar más unidos que nunca. Yo voy a rezar por ustedes, voy a rezar por Nicaragua, ustedes también recen por mí".
El Obispo Auxiliar de Managua animó a los fieles a agarrarse "fuerte, con un amor tierno de la Purísima, la Madre de Nicaragua. Vivan su fe y vivan su esperanza. Que nadie les quite la esperanza ni nadie les haga caer en la violencia; sean un pueblo que renuncie a la violencia. No se dejen provocar, crean en el poder del amor y de la reconciliación".
Tras la celebración de la Misa, el Prelado habló con la prensa y aseguró que "el diálogo es la única salida pacífica y que puede evitar peores consecuencias, pero claro, para dialogar se necesita que las dos partes primero se pongan de acuerdo en que van a dialogar y sobre qué van a dialogar, y que haya voluntad de las dos partes".
"Hay que tener esperanza en el diálogo, pero haciendo la salvedad de que este Gobierno no quiere dialogar y nunca ha querido dialogar", precisó también a la prensa.
Sin embargo, animó a los nicaragüenses a no resignarse a aceptar "un país como lo hemos tenido hasta ahora". En ese sentido agradeció a los jóvenes el haber "sido la gran conciencia que despertó a este país".
"De cierta manera las generaciones anteriores a ellos somos culpables de este país destartalado que le estamos entregando a la juventud y a la niñez de Nicaragua, pero ellos nos están dando un gran ejemplo", subrayó.
Mons. Báez aseguró que "lo único que verdaderamente arranca el mal de raíz es el perdón. Es cuando quien ha sufrido perdona, pero esto lleva tiempo. A quien ha sufrido y a quien ha sido víctima no le podemos exigir que perdone, hay que darle tiempo, hay que sanar heridas".
Mons. Silvio Báez participó en el diálogo frustrado que tuvo lugar entre mayo y julio de 2018 con el fin de superar la crisis en la que han fallecido 325 personas desde el inicio de las revueltas en abril del año pasado.
Está previsto que mañana, martes 23 de abril, se reanuden las negociaciones en Managua. Participarán seis miembros del Gobierno y seis de la oposición, como observadores internacionales estarán presentes el Nuncio Apostólico en Nicaragua, Mons. Waldemar S. Sommertang; y Luis Ángel Rosadilla de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Hasta el momento las tandas de diálogos precedentes han acordado la liberación de presos políticos y el respeto de los ciudadanos, pero ninguno de ellos se han implementado por el momento.