Al presidir este Sábado Santo la Vigilia Pascual en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco alentó a los fieles a "volver a un amor vivo" con Jesús y no tener "una fe de museo".
En su homilía, el Santo Padre aseguró que "la fe necesita ir de nuevo a Galilea, reavivar el primer amor con Jesús, su llamada: recordarlo, es decir, literalmente volver a Él con el corazón".
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"Es esencial volver a un amor vivo con el Señor, de lo contrario se tiene una fe de museo, no la fe de pascua. Pero Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy; no se le conoce en los libros de historia, se le encuentra en la vida".
"Recordemos hoy cuando Jesús nos llamó, cuando venció nuestra oscuridad, nuestra resistencia, nuestros pecados, cómo tocó nuestros corazones con su Palabra", alentó.
Al recordar cómo las mujeres llevaron aromas al sepulcro de Jesús muy temprano el domingo, pero temen que no puedan mover la piedra que lo sella, el Papa señaló que ese camino "se asemeja al camino de la salvación que hemos recorrido esta noche. Da la impresión de que todo en él acabe estrellándose contra una piedra: la belleza de la creación contra el drama del pecado; la liberación de la esclavitud contra la infidelidad a la Alianza; las promesas de los profetas contra la triste indiferencia del pueblo".
"Ocurre lo mismo en la historia de la Iglesia y en la de cada uno de nosotros: parece que el camino que se recorre nunca llega a la meta. De esta manera se puede ir deslizando la idea de que la frustración de la esperanza es la oscura ley de la vida".
"Hoy, sin embargo, descubrimos que nuestro camino no es en vano, que no termina delante de una piedra funeraria. Una frase sacude a las mujeres y cambia la historia: '¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?'".
"Esta noche cada uno de nosotros está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón. Preguntémonos, antes de nada: ¿cuál es la piedra que tengo que remover en mí, cómo se llama?", señaló.
El Papa indicó que "a menudo la esperanza se ve obstaculizada por la piedra de la desconfianza. Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento".
Sin embargo, precisó que "el Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos. ¡No enterréis la esperanza!".
Una segunda piedra "que a menudo sella el corazón", advirtió, es "la piedra del pecado. El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte. El pecado es buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan".
"¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¿Por qué no te decides a dejar ese pecado que, como una piedra en la entrada del corazón, impide que la luz divina entre? ¿Por qué no pones a Jesús, luz verdadera, por encima de los destellos brillantes del dinero, de la carrera, del orgullo y del placer? ¿Por qué no le dices a las vanidades mundanas que no vives para ellas, sino para el Señor de la vida?", cuestionó.
Luego el Santo Padre recordó que las mujeres que fueron al sepulcro "ante la piedra removida, se quedan asombradas; viendo a los ángeles, dice el Evangelio, quedaron 'despavoridas' y con 'las caras mirando al suelo'".
"No tienen el valor de levantar la mirada. Cuántas veces nos sucede también a nosotros: preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos", lamentó.
Sin embargo, dijo, "el Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra; para las alturas de la vida, no para las bajezas de la muerte: ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?".
El Papa aseguró que "Dios nos pide que miremos la vida como Él la mira, que siempre ve en cada uno de nosotros un núcleo de belleza imborrable. En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar".
"No tengas miedo, por tanto: el Señor ama tu vida, incluso cuando tienes miedo de mirarla y vivirla. En Pascua te muestra cuánto te ama: hasta el punto de atravesarla toda, de experimentar la angustia, el abandono, la muerte y los infiernos para salir victorioso y decirte: 'No estás solo, confía en mí'".
Al finalizar su homilía, el Santo Padre alentó a los fieles a pedir "la gracia de no dejarnos llevar por la corriente, por el mar de los problemas; de no ir a golpearnos con las piedras del pecado y los escollos de la desconfianza y el miedo".
"Busquémoslo a Él, en todo y por encima de todo. Con Él resurgiremos", concluyó.