El Papa Francisco aseguró, durante la Audiencia General celebrada en la Plaza de San Pedro del Vaticano este miércoles 20 de marzo, que la voluntad de Dios es salvar a quienes se han perdido.
En su catequesis, el Papa se centró en la tercera invocación del Padre Nuestro: "Hágase tu voluntad". Francisco señaló que la voluntad de Dios, "encarnada en Jesús, es buscar y salvar aquello que se ha perdido. Y nosotros, en la oración, pedimos que la búsqueda de Dios llegue a buen fin, que su plan de diseño universal de salvación se cumpla".
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"Dios no es ambiguo, no se esconde detrás de los enemigos, no ha planificado el futuro del mundo de manera indescifrable. Si no comprendemos esto, nos arriesgamos a no entender el sentido de la tercera expresión del Padre Nuestro", avisó.
De hecho, "la Biblia está llena de expresiones que nos narran la voluntad positiva de Dios ante el mundo". Por lo tanto, "al rezar 'hágase tu voluntad', no estamos invitados a bajar servilmente la cabeza. Más bien, el Padre Nuestro es la oración de los hijos que conocen el corazón de su padre y están seguros de su designo de amor".
Y advirtió: "¡Ay de nosotros si, pronunciando estas palabras, agachamos la espalda en señal de rendición ante un destino que nos repugna y que no somos capaces de cambiar! Al contrario, es una oración llena de ardiente fe en Dios que quiere para nosotros el bien, la vida y la salvación". "Una oración valiente, también combativa, porque en el mundo hay muchas realidades que no están de acuerdo con el plan de Dios".
"El Padre Nuestro", continuó, "es una oración que enciende en nosotros el mismo amor de Jesús por la voluntad del Padre, una llama que nos empuja a transformar el mundo con el amor. El cristiano no cree en un hecho ineludible. No hay nada aleatorio en la fe de los cristianos".
"Dios, con su amor, llama a la puerta de nuestro corazón para llevarnos a Él, y llevarnos adelante en el camino de la salvación. Dios es cercano a cada uno de nosotros con su amor para llevarnos de la mano a la salvación. Cuánto amor hay detrás de esto".
En cambio, "hay una salvación que trata de manifestarse en la vida de cada hombre y mujer, y de cumplirse en la eternidad. Si rezamos, es porque creemos que Dios puede y quiere transformar la realidad venciendo el mal con el bien. A este Dios tiene sentido obedecer y abandonarse incluso en la hora de la prueba más dura".
Esa es la actitud de Jesús en el huerto de Getsemani, cuando experimentó la angustia y rezó: "Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya".
"Jesús es aplastado por el mal del mundo, pero se abandona con confianza en el océano de amor de la voluntad del Padre. También los mártires, en la hora de la prueba, no reciben la muerte, sino la resurrección", aseguró.
El Pontífice finalizó su catequesis señalando que "Dios, por amor, puede llevarnos a caminar por senderos difíciles, a experimentar heridas y espinas dolorosas, pero jamás nos abandonará".