El Administrador Apostólico de Caracas, Cardenal Baltazar Porras, advirtió que aquel que usa la violencia y el odio como arma para mantenerse en el poder merece "el castigo humano y divino".
En un artículo titulado "Unidos por la esperanza", el Cardenal Porras, también Arzobispo de Mérida, advirtió: "ay de aquellos que por despreciar al prójimo, hacen de la violencia y el odio, el arma para mantenerse en el poder. Merecen el castigo humano y divino".
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El Purpurado alentó también a cuidar y defender la esperanza, que "es como el amor". Esto, dijo, "implica cultivar una mayor cultura de la trasparencia. Nadie puede resultar ajeno a este proceso. La corrupción y la manipulación son evitables, y exigen el compromiso de todos".
Además, señaló que "los acontecimientos de estas últimas semanas, en particular lo desatado ante el colapso eléctrico en todo el país ha puesto al descubierto una serie de fallas que se vienen arrastrando desde hace años".
"Cuando el objetivo no es el bien común sino el interés del poder por encima de la gente y de su bienestar, estamos ante una crisis que genera desazón, desilusión, desesperanza".
El Cardenal advirtió que "prolongar la carencia de la energía eléctrica en cualquier sociedad actual es fomentar que la calidad de vida se sumerja a niveles ínfimos, pues hoy día, dependemos en buena medida para convivir y subsistir de los bienes que produce la tecnología".
"Si se ausentan se pierde el norte y se propicia la rapiña y el saqueo. Si a eso se une el silencio de la incomunicación, quedamos como en medio del desierto o del mar, sin brújula y sin sentido para encontrar puerto seguro", dijo.
Para el Administrador Apostólico de Caracas, lo más dramático que vive actualmente el país "es la proliferación de la violencia capitaneada por grupos armados irregulares que hacen de las suyas sin que los órganos de seguridad actúen".
"El miedo cunde, la vida se desprecia por quienes se creen dueños del patio, de la vida cotidiana, impidiendo el trabajo y la paz necesaria para producir y crear. Si a eso se une el discurso amenazante, violento, que llama a defender lo indefendible y al precio que sea, la actitud pacífica de la población se convierte en víctima fácil de quienes irracionalmente destruyen la vida".
El Purpurado lamentó "profundamente las muertes silentes de tantos seres vulnerables, niños recién nacidos, madres parturientas desnutridas, ancianos desamparados, enfermos crónicos cuya existencia depende de la conexión a un aparato, en fin, todo lo que lleva a que esas vidas se apaguen, llevando dolor y luto, llanto e impotencia, porque con poco esas vidas pudieran estar sonrientes".
También agradeció "a tanta gente samaritana, que se la juega por el bien y la vida del prójimo. Es un testimonio de muchos que a veces no queremos ver".
"Gracias a tantos creyentes, a sus dirigentes y representantes que están al pie del cañón tendiendo su mano generosa por salvar vidas", expresó.