El Papa Francisco recordó a los 9 seminaristas mártires de la persecución religiosa desatada en España durante la Segunda República Española (1931-1939) y la Guerra Civil (1936-1939) que fueron beatificados ayer en la Catedral de Oviedo, España, y los puso como ejemplo para seminaristas, sacerdotes y Obispos de hoy.
"Ayer en Oviedo, España, han sido proclamados beatos los seminaristas Ángel Cuartas y ocho compañeros mártires, asesinados en odio a la fe en un período de persecución religiosa. Estos jóvenes aspirantes al sacerdocio amaron tanto al Señor, que lo siguieron a lo largo del camino a la Cruz", señaló el Pontífice tras el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro este domingo 10 de marzo.
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"Que su heroico testimonio ayude a los seminaristas, a los sacerdotes y a los Obispos a mantenerse claros y generosos, para servir fielmente al Señor y al pueblo santo de Dios".
Los seminaristas fueron asesinados entre 1934 (año en que se produjo una revolución izquierdista en Asturias y Cataluña previa a la guerra) y 1937, ya en plena Guerra Civil.
Los 9 jóvenes aspirantes a sacerdote ahora asesinados fueron todos ellos estudiantes del Seminario de Oviedo, y fueron asesinados por milicianos izquierdistas únicamente por negarse a rechazar su fe en Cristo, su vocación y su misión. El mayor de ellos tenía 25 años y el menor 18.
Durante la misa de beatificación celebrada ayer, sábado 9 de marzo, en la Catedral de Oviedo, el Cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, subrayó que "necesitamos sacerdotes, personas consagradas, pastores generosos, como estos mártires de Oviedo. Necesitamos sacerdotes honestos e irreprensibles que lleven las almas a Dios y no causen sufrimiento a la Iglesia ni turbación al pueblo de Dios".
El Cardenal Becciu destacó que los mártires asturianos "no dudaron en confesar su amor por Cristo, subiendo con él a la cruz, en la ofrenda extrema de sus jóvenes vidas. Unidos por el mismo testimonio de fe en Jesús, los nuevos Beatos fueron víctimas de la misma violencia feroz marcada por una acalorada hostilidad anticatólica, que tenía como objetivo la eliminación de la Iglesia y en particular del clero".