En medio de toda la violencia y represión que sufre Nicaragua en estos días "es una alegría padecer con el pueblo", aseguró el Obispo de Granada, Mons. Jorge Solórzano Pérez, a su paso por México del 12 al 16 de febrero para participar en la segunda Noche de los Testigos de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
Desde el 18 de abril de 2018 una serie de manifestaciones contra reformas a las pensiones y otras prestaciones sociales decantaron en enfrentamientos entre el Gobierno del presidente Daniel Ortega y grupos opositores.
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Se estima que más de 500 personas han muerto, en medio de la violenta represión ejercida por el régimen.
En julio de 2018 un grupo paramilitar afín al Gobierno de Ortega atacó a sacerdotes y obispos, entre los que se encontraban el Arzobispo de Managua, Cardenal Leopoldo José Brenes; el Obispo Auxiliar de Managua, Mons. Silvio José Báez; y el Nuncio Apostólico en Nicaragua, Mons. Waldemar Somertag.
En diálogo con ACI Prensa, Mons. Solórzano Pérez reconoció que "lleva sus costos estar con el pueblo, pero creemos que esa es la misión y ese es el mejor camino, no pensamos cambiar".
"Ahora que están sufriendo mucho de pobreza, de ataques, muchas veces nos queda solamente acompañarles en su sufrimiento, en su dolor. Estoy convencido de que esa es la misión del obispo y todos los obispos estamos en esa línea, de estar acompañando a la gente aunque suframos lo mismo que sufre el pueblo", dijo.
Daniel Ortega asumió la Presidencia de Nicaragua en 2007, reeligiéndose en dos ocasiones en medio de polémica.
Antes gobernó el país entre 1979 y 1985 como coordinador de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, luego de que triunfara el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en la guerra civil contra Anastasio Somoza.
Culminado el mandato de la Junta de Gobierno, Ortega ganó las elecciones para el periodo presidencial de 1985 a 1990.
Entre otros reclamos, los opositores a Ortega le exigen que finalmente renuncie al poder.
El Obispo de Granada destacó que el pueblo católico nicaragüense "es muy fervoroso" y "tiene tres grandes amores, como decía San Juan Bosco, los amores blancos".
"El primero es el amor al Papa y a los obispos, y en esta crisis la juventud y el pueblo han confiado en los obispos, porque el pueblo escucha la voz de los obispos, reza por los obispos, acompaña a los obispos y al Papa y a los sacerdotes".
Esta cercanía, dijo, también se da de la jerarquía de la Iglesia hacia el pueblo, pues los obispos y sacerdotes conocen "la vida, el sentir, el pensar de todas las comunidades, las personas, aún las más humildes, las más sencillas".
El segundo amor de los católicos nicaragüenses, dijo, es "al Santísimo", pues se trata de "un pueblo que se refugia mucho en Cristo Eucaristía".
"En estos momentos de crisis que hemos vivido desde abril del año pasado, la gente pedía salir con el Santísimo, que el sacerdote saliera con el Santísimo por las calles cuando había violencia, enfrentamientos", recordó.
"Obispos y sacerdotes salimos con el Santísimo en medio de las balas, de las bombas, de los morteros, y eso calmaba todo, toda violencia. Esa presencia de Jesús Eucaristía, ese amor de Jesús Eucaristía, es fuerte y nos ha acompañado en los momentos más difíciles".
El tercer amor de los nicaragüenses, indicó, es "a la Virgen".
"A todo nicaragüense lo puedes identificar si le preguntas '¿quién causa tanta alegría?', y el nicaragüense te va a contestar 'la concepción de María'. Donde lo encuentres, en cualquier parte del mundo".
"Es un amor grandísimo a la Virgen Santísima, y tenerla como Madre que los acompaña en todos los momentos difíciles", dijo.
El Prelado nicaragüense reconoció que los obispos del país "estamos preocupados porque la crisis cada día en lugar de acabar, o de tener una luz, vemos que se va profundizando más. La economía se va hundiendo, hay mucha gente sin empleo, gente que tiene que salir del país para buscar empleo".
Para Mons. Solórzano Pérez es importante "volver al diálogo. Creemos que es el camino que nos puede llevar a una solución pacífica".
"Porque el pueblo no quiere más guerra, nadie quiere violencia ni muerte. Queremos una solución a este conflicto, a esta crisis, pero pacíficamente", aseguró.