El Cardenal alemán Gerhard Müller, quien fue Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe entre 2012 y 2017, publicó una "Declaración de Fe" que busca hacer frente a la creciente confusión sobre la enseñanza de la doctrina católica.
"Ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe, muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica, me han pedido dar testimonio público de la verdad de la Revelación", comienza el texto del Cardenal titulado: "Declaración de fe: ¡No se turbe vuestro corazón! (Juan 14,1)".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Hoy en día muchos cristianos ya no son conscientes ni siquiera de las enseñanzas básicas de la fe, por lo que existe un peligro creciente de apartarse del camino que lleva a la vida eterna", prosigue el Purpurado.
El Cardenal recordó que el texto principal para orientar a los fieles, y que sirvió de base para su declaración, es el Catecismo de la Iglesia Católica publicado en 1992 durante el pontificado de San Juan Pablo II. El Catecismo, afirmó, responde a los cuestionamientos de la dictadura del relativismo.
El primer punto del manifiesto recuerda que Cristo es el único mediador entre Dios y los hombres, la revelación de Dios uno y trino, por lo cual "la recaída en antiguas herejías, que veían en Jesucristo solo a un buen hombre, a un hermano y amigo, a un profeta y a un moralista, debe ser combatida con clara determinación".
El segundo punto de la declaración recuerda que fue el mismo "Jesucristo quien fundó la Iglesia como signo visible e instrumento de salvación, que subsiste en la Iglesia Católica".
El texto también subraya que "la Iglesia no es una asociación fundada por el hombre cuya estructura es votada por sus miembros a voluntad. Es de origen divino". "La mediación de la fe está indisolublemente ligada a la credibilidad humana de sus mensajeros, que en algunos casos han abandonado a los que les fueron confiados, los han perturbado y han dañado gravemente su fe", agrega.
El tercer punto se refiere a los sacramentos confiados a la Iglesia. Sobre la Eucaristía, la presencia real de Cristo, explica que para recibirla los fieles deben estar en gracia. "De la lógica interna del sacramento se desprende que los fieles divorciados por lo civil, cuyo matrimonio sacramental existe ante Dios, los otros cristianos, que no están en plena comunión con la fe católica como todos aquellos que no están propiamente dispuestos, no reciben la Sagrada Eucaristía de manera fructífera porque no les trae la salvación. Señalar esto corresponde a las obras espirituales de misericordia".
Sobre la Confesión, sacramento que todo católico debe recibir al menos una vez al año, el Cardenal Müller indica que "cuando los creyentes ya no confiesan sus pecados ni reciben la absolución, entonces la redención cae en el vacío, ya que ante todo Jesucristo se hizo hombre para redimirnos de nuestros pecados".
El Purpurado alemán lamenta que "la práctica actual de la confesión deja claro que la conciencia de los fieles no está suficientemente formada. La misericordia de Dios nos es dada para cumplir sus mandamientos a fin de convertirnos en uno con su santa voluntad y no para evitar la llamada al arrepentimiento".
Sobre el sacerdocio, el Cardenal destaca que, "en cuanto a la recepción de la consagración en las tres etapas de este ministerio, la Iglesia se reconoce a sí misma 'vinculada por esta decisión del Señor. Esta es la razón por la que las mujeres no reciben la ordenación'. Asumir esto como una discriminación contra la mujer solo muestra la falta de comprensión de este sacramento, que no se trata de un poder terrenal, sino de la representación de Cristo, el Esposo de la Iglesia".
El cuarto punto de la declaración se titula "la ley moral" y en este el Prefecto Emérito recuerda que todo fiel católico debe observarla ya que es necesaria "para la salvación de todos los hombres de buena voluntad. Porque los que mueren en pecado mortal sin haberse arrepentido serán separados de Dios para siempre".
"La ley moral no es una carga, sino parte de esa verdad liberadora por la que el cristiano recorre el camino de la salvación, que no debe ser relativizada", señala.
El quinto punto de la declaración se titula "La vida eterna" y aquí el Cardenal Müller resalta que "muchos se preguntan hoy por qué la Iglesia está todavía allí, aunque los obispos prefieren desempeñar el papel de políticos en lugar de proclamar el Evangelio como maestros de la fe".
A continuación recuerda que toda persona tiene un alma inmortal "que es separada del cuerpo en la muerte, esperando la resurrección de los muertos. La muerte hace definitiva la decisión del hombre a favor o en contra de Dios. Todo el mundo debe comparecer ante el tribunal inmediatamente después de su muerte".
"O es necesaria una purificación o el hombre llega directamente a la bienaventuranza celestial y puede ver a Dios cara a cara. Existe también la terrible posibilidad de que un ser humano permanezca en contradicción con Dios hasta el final y, al rechazar definitivamente su amor, 'condenarse inmediatamente para siempre'", en el "castigo de la eternidad del infierno".
"Ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras, al 'precio de su apostasía de la verdad'; es el engaño del Anticristo", alerta el Purpurado alemán.
El Cardenal Müller afirma que es importante formar a los fieles sobre estas verdades, obedeciendo los mandamientos de Dios. Esta tarea se hace más urgente ante la advertencia que está en las Escrituras en 2 Tm 4, 1-5:
"Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio".
"Que María, la Madre de Dios, nos implore la gracia de aferrarnos a la verdad de Jesucristo sin vacilar", concluye su declaración el Cardenal Müller.
El texto completo puede leerse AQUÍ.