El Papa Francisco hizo un llamado a una solución al largo conflicto armado que padece Yemen y que ha provocado una grave crisis humanitaria entre la población local, que carece de comida, medicinas y que se encuentra expuesta a graves violaciones de sus derechos fundamentales.
Tras el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano este domingo 3 de febrero, poco antes de emprender su viaje a los Emiratos Árabes Unidos, el Santo Padre denunció este conflicto promovido por potencias extranjeras con intereses en el país que no han dudado en bombardear a la población local y en someterla a una hambruna deliberada.
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"Con gran preocupación sigo la crisis humanitaria en Yemen", aseguró el Pontífice. "La población se encuentra exhausta por el largo conflicto y muchísimos niños sufren hambre, y los envíos de alimentos no consiguen llegar".
Francisco afirmó que "el grito de estos niños y de sus padres llega a la presencia de Dios".
Por ello, hizo "un llamado a las partes interesadas y a la comunidad internacional a favorecer con urgencia la observancia de los acuerdos alcanzados, asegurar la distribución de los alimentos y trabajar por el bien de la población. Invito a todos a rezar por los hermanos del Yemen".
Además, pidió a los fieles congregados en la Plaza de San Pedro que recen "por los hermanos de Yemen". "Recen fuerte porque son niños que tienen hambre, que tienen sed, que no tienen medicinas y que se encuentran en peligro de muerte. Llevemos con nosotros este pensamiento a casa".
El conflicto en Yemen comenzó en 2015 cuando Arabia Saudita se negó a reconocer el gobierno de los rebeldes hutíes, de tradición chií y con apoyo de Irán, y decidió emprender una guerra para devolver el poder al gobierno depuesto en 2014, de tradición suní.
Para ello, Arabia Saudita constituyó una coalición internacional –de la que también forman parte países como Baréin, Kuwait, Qatar, Egipto, Jordania, Marruecos, Sudán y Senegal–, e inició una serie de bombardeos sobre territorio yemení y una invasión terrestre que han sido catastróficos para la población local.
Sin embargo, los rebeldes hutíes fueron capaces de resistir la presión bélica de la coalición encabezada por Arabia Saudita lo que supuso el enquistamiento del conflicto.
Además, países occidentales como Estados Unidos y países de la Unión Europea han ofrecido respaldo diplomático y de inteligencia a la coalición de Arabia Saudita, lo que ha impedido la búsqueda de una solución no bélica.
La guerra en Yemen es una pieza más del largo conflicto entre Arabia Saudita, principal potencia suní, e Irán, principal potencia chií, por la hegemonía en Oriente Medio y que ha tenido su principal exponente la guerra en Siria, aún en curso, y el auge del Estado Islámico.
Para impulsar sus propósitos, ambos países no han dudado en enfrentar a suníes y chiíes alineándolos con sus intereses geopolíticos.
La consecuencia trágica de esa estrategia ha sido una ruptura de la convivencia entre musulmanes con independencia de su tradición religiosa y el estallido de enfrentamientos violentos entre ambas comunidades islámicas en diferentes lugares del mundo musulmán.
En el caso concreto de Yemen, la ONU trata de impulsar una tregua y una retirada de tropas que permitan el acceso de la ayuda humanitaria y de alimentos y alejar así el peligro de una hambruna que supondría el golpe final para una población de más de 24 millones de personas necesitadas de ayuda urgente.