A poco tiempo de que comience la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Panamá 2019, quienes por diversos motivos no han podido viajar tienen una gran oportunidad de unirse a esta celebración de la Iglesia en América Central.
Así lo explicó el P. Mario Arroyo, doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, en una reciente columna titulada "Preparar la Jornada Mundial de la Juventud", publicada en el sitio web La Abeja.
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"¿Cómo podemos estar presentes, a pesar de perdernos la parte más sabrosa del pastel? La respuesta cristiana es sencilla, simple, clara: con la oración", señaló.
"La oración nos convierte en protagonistas, aunque estemos a miles de kilómetros. Protagonistas que podemos estar en el corazón y en alma del encuentro, pues más allá de una ocasión para convivir con chicos de todo el mundo, tener ocasión de ver y escuchar al Papa en directo, y con un poco de suerte, tener la oportunidad de vivir un encuentro fugaz con Francisco, la JMJ es un momento de gracia".
El sacerdote mexicano destacó que "las vivencias, las emociones, las experiencias pasan, la garra de Dios que marca los corazones no, ella permanece, y es una semilla llamada a dar fruto a su tiempo, más aún, con el tiempo".
El P. Arroyo reconoció que "hay algo que, de hecho, nos vamos a perder, irremediablemente, quienes no acudamos a la cita: la imponente inyección de energía que supone el contacto directo con la juventud".
"Y no cualquier juventud, sino una sana, animada por la fe, que tiene deseos de mejorar como persona, construir un mundo mejor, salir del estrecho cascarón de su egoísmo y tomarse en serio a Jesucristo", afirmó.
"Sí, a pesar de los pesares, a pesar de los escándalos, a pesar de nuestros errores y pecados, los jóvenes siguen buscando a Dios y Dios a los jóvenes. Panamá nos mostrará cómo la Iglesia es todavía, en unión con el Papa, un lugar válido para ese encuentro, una instancia legítima para conseguir la unión con Dios y la comunión entre nosotros", aseguró.
El sacerdote mexicano señaló además que la Jornada Mundial de la Juventud "no puede medirse acabadamente con parámetros simplemente humanos: número de asistentes, países participantes, testimonios e incluso conversiones o decisiones de entrega a Dios".
"Todo eso es, hasta cierto punto, medible, pero la acción de Dios en los corazones no. Y ella no suele manifestarse en el instante, toma ocasión de momentos y lugares que pueden calificarse de 'salvíficos', como lo será sin duda Panamá del 22 al 27 de enero, pero se manifiesta en plenitud y con todas sus ocultas virtualidades después, con el despliegue del tiempo".
"Vale la pena rezar mucho por los frutos de la jornada, también para que sirva a muchos jóvenes de ocasión especial para el discernimiento vocacional, como el momento y el lugar de su encuentro providencial y salvífico con Jesús, de forma que, como los primeros apóstoles, descubran que vale la pena dejarlo todo para seguirle a Él y continuar la misión salvadora de la Iglesia, en el tercer milenio de su venida", concluyó.