Mons. Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona (España), recordó el documento que los obispos de Bélgica habían publicado recientemente y que hablaba "del sueño de Dios para la humanidad", y que tenía un mensaje que "nos puede ayudar a vivir el eje de la fraternidad, que es el objetivo de nuestra archidiócesis para este año".
Los obispos de Bélgica explican en el documento que actualmente "tener que convivir con un gran número de gente se siente cada vez más como una carga" y "muy pronto ya no habrá en el mundo un lugar que sea homogéneo en cuanto a raza, color, lengua o religión".
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Ante esta situación los prelados belgas alertan del riesgo del individualismo, porque según explican, "vivir en comunión con muchos otros, incluso diferentes, es el primer sueño de Dios para la humanidad".
Recuerdan que "el paraíso era el ámbito por excelencia de la co-existencia: los seres humanos, las plantas, los animales y todo el cosmos. Se ponían nombres, para poderse conocer y para poderse interpelar mutuamente. Entonces reinaba la paz, la serenidad y la alegría. […] La vida en común con otros no era una carga, sino una gracia".
En ese sentido, explican que la convivencia o la fraternidad nos pueden resultar ser difíciles porque "hemos olvidado que la fraternidad supone siempre una paternidad" y "quizás hemos querido vivir una fraternidad huérfana".
"La ausencia de un mismo padre hace que nos cueste mucho más aceptar las diferencias del otro, y estamos tentados de vivir en la auto-referencialidad", apuntan.
Por eso, explican que "la fraternidad es un don que Dios Padre quiere regalar a cada uno de sus hijos. No es una conquista o un mérito por ser buenas personas. Es un don que responde a un gran deseo que Jesucristo pide al Padre" y no "un antojo caprichoso de Dios".
"Nosotros necesitamos la fraternidad, necesitamos la compañía para vivir, para conocernos a nosotros mismos, para afrontar las dificultades, para tomar decisiones, para celebrar la vida. La fraternidad es un don y a la vez una necesidad. Nos exige el esfuerzo de intentar mirar al otro no desde la sospecha sino buscando reconocer en él la presencia del Señor", explican.
Además subrayan que "vivir la fraternidad como actitud de conversión pastoral no es sólo para que podamos ser mejores cristianos o vivir con más paz y alegría, sino que está al servicio de la evangelización". Subrayan que "no hay mejor anuncio del Evangelio que una comunidad que se siente querida por el Señor, que se ama y ama…"
Mons. Juan José Omella asegura en su carta que este documento de los obispos belgas nos recuerda que "la fraternidad no nos vendrá por una red de normas y decretos", y por eso anima a pedir "al Padre el don de la fraternidad, ¡para que podamos vivir el sueño de Dios y anunciar un reino de paz, serenidad y alegría!"