El Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Bernardito Auza, aseguró que las Naciones Unidas "cuentan en gran medida con la voz del Papa en defensa de los refugiados porque de seguro puede influenciar a países que tienen una actitud dura hacia aquellos que deben ser ayudados y no rechazados".
En declaraciones recogidas por Vatican News, el Observador Permanente señaló que la ONU reconoce la contribución de la Santa Sede al pacto mundial sobre migración alcanzado en Marrakech (Marruecos) en diciembre.
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"A las Naciones Unidas le hubiera gustado que el Papa hubiera asistido a la conferencia de Marrakech, pero no fue posible", destacó.
Asimismo, afirmó que "las prioridades del Papa para resolver la crisis siria y las dificultades de los refugiados rechazados por Occidente son también las prioridades de la ONU".
"Es un conflicto en el que podemos ver claramente cómo chocan las rivalidades regionales e internacionales. Nunca se dice que Siria es una víctima, sólo una. Las autoridades regionales deberían poder ponerse de acuerdo sobre una salida digna".
Además, en sus declaraciones, realizadas como comentario al discurso que el Santo Padre pronunció el pasado 7 de enero al Cuerpo Diplomático de la Santa Sede, advirtió que "los crecientes nacionalismos y la búsqueda espasmódica de soluciones unilaterales que generan opresiones, como recordó el Pontífice, no pueden dejar indiferente a la ONU. Porque sin el multilateralismo la ONU no tendría ninguna razón para existir. Está en su ADN constitutivo".
"El año pasado, el presidente de la Asamblea General de la ONU llevó a cabo una consulta con todos los jefes de misión para verificar las condiciones de salud del multilateralismo: se puso de manifiesto que, a pesar de las dificultades, la ONU promueve la política plurilateral. Y lo hará con creciente vigor en un futuro próximo".
Señaló que ese multilateralismo se encuentra con algunos obstáculos, como los vetos de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad (China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos), y las "nuevas formas de colonización ideológica".
Sobre este último asunto, Mons. Auza denunció la pretensión de imponer "la voluntad y los proyectos de los países donantes en lugar de tener en cuenta las necesidades reales de las naciones que deberían beneficiarse de la ayuda".
"Los donantes ricos, generalmente europeos o norteamericanos, dan dinero para ciertos programas que quieren que ese país lleve a cabo. Estoy pensando en la salud reproductiva y sexual, los objetivos de desarrollo para 2030. Es una imposición ideológica, el Papa tiene razón. Es necesario replantearse la política internacional de ayuda al desarrollo".
Por último, exhortó a la ONU a dar voz a los que no tienen voz. "La ONU trata de hacerlo, a pesar de las numerosas dificultades", dice el observador permanente de la Santa Sede. "Lo cual entra en el mérito de la reforma del sistema de las Naciones Unidas para el desarrollo, deseada por el Secretario General de las Naciones Unidas".
"El sistema actual, según el Secretario General, no ha funcionado y la estructura ya no es adecuada para los tiempos que corren. Están intentando crear uno que pueda ayudar realmente a los países marginados y sufrientes. Veo una gran voluntad, pero también una dificultad extrema".
"No hay necesidad de multiplicar estructuras cuando no existen los recursos económicos necesarios para hacerlo correctamente. El dinero para el desarrollo es una parte muy pequeña de lo que se invierte en la resolución de conflictos armados. Los fondos disponibles del OMS deben ser reequilibrados", aseguró.