Los obispos de Venezuela afirmaron que es ilegítima la pretensión de Nicolás Maduro de juramentar este jueves 10 de enero para un segundo periodo como presidente de Venezuela y que lo mantendría en el poder hasta el 2025.
"La pretensión de iniciar un nuevo período presidencial el 10 de enero de 2019 es ilegítima por su origen, y abre una puerta al desconocimiento del Gobierno porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho", señalaron los obispos en una exhortación titulada "Lo que hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron", emitida este miércoles en el marco de la 111° Asamblea del Episcopado.
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Este jueves 10 de enero Maduro juramentará como presidente de Venezuela, luego de unas cuestionadas elecciones realizadas en mayo de 2018, en las que no participó gran parte de la oposición debido a la inhabilitación de sus principales dirigentes políticos, entre otras razones.
Se estima que los venezolanos con derecho a votos son aproximadamente 20,5 millones, de los cuales no votaron casi 11 millones. Maduro, en una elección muy cuestionada recibió poco más de 6 millones, según las cifras dadas por el Gobierno.
Por ello, la Asamblea Nacional de Venezuela, con una gran mayoría opositora, ha dicho que no reconocerá la legitimidad de Maduro desde este jueves.
Además, varios gobiernos de América, como Estados Unidos, y de Europa han advertido que no reconocerán el Gobierno de Maduro, señalado ya por algunos como un régimen dictatorial bajo el cual el país petrolero entró en su peor crisis económica.
Asimismo, el llamado Grupo de Lima anunció que no reconocerá el nuevo mandato de Maduro. Solo México, que también integra este grupo, se abstuvo de firmar la declaración.
El Grupo de Lima está conformado por Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú; y cuenta con el apoyo de Estados Unidos, Granada, Jamaica, la OEA y la Unión Europea.
En su exhortación de hoy, los obispos de Venezuela recordaron que "todo poder humano es transitorio y se legitima si en su ejercicio produce un bienestar colectivo con especial atención a los pobres y excluidos, logrando así una sana convivencia en la pluralidad y la diferencia".
Ante la grave crisis en Venezuela, los prelados resaltaron que "es un pecado que clama al cielo querer mantener a toda costa el poder y pretender prolongar el fracaso e ineficiencia de estas últimas décadas: ¡es moralmente inaceptable! Dios no quiere que por el sometimiento a injusticias sufra el pueblo. Urge, por tanto, asumir el clamor popular de un cambio, de una concertación para una transición esperada y buscada por la inmensa mayoría".
Los obispos indicaron que este 2019 es una oportunidad "para el cambio que el país pide a gritos: la recuperación del Estado de Derecho según la Constitución y la reconstrucción de la sociedad venezolana, en dignidad, libertad y justicia para todos".
En ese sentido, destacaron la importancia del papel de la Asamblea Nacional que, al haber sido "electa con el voto libre y democrático de los venezolanos, actualmente es el único órgano del poder público con legitimidad para ejercer soberanamente sus competencias".
Asimismo, alentaron a los venezolanos a no ser meros espectadores, pues "como ciudadanos y como instituciones nos toca asumir las responsabilidades que nos competen para mejorar la actual situación y recuperar el país con sus valores y potencialidades. Esto exige la articulación de todos los sectores sociales, promoviendo la creatividad y proactividad de muchas personas en la búsqueda de soluciones".
Los obispos reiteraron su compromiso de defender a los más débiles y de "continuar trabajando en la defensa y promoción de los derechos humanos, en particular de los que carecen de todo, de los amenazados de muerte, de los perseguidos y privados de libertad".
Los obispos agradecieron la preocupación del Papa Francisco por Venezuela y de los gobiernos que han manifestado su solidaridad "para trabajar por la paz y por un mejor país".