"Gracias a sus oraciones y las de otros en todo el mundo fuimos entregados a nuestro superior", expresó el P. Cajetan Apeh, un sacerdote que fue secuestrado en Nigeria en Noche Buena.
El presbítero compartió su experiencia de cuatro días de secuestro en la Misa del 1 de enero, Solemnidad de María Madre de Dios, que celebró en la iglesia católica de San José en la ciudad de Enugu Ezike.
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El P. Apeh fue ordenado sacerdote el 11 de agosto de 2018 y asignado a la Parroquia Santa Teresa, en Anam, según indica Vanguard Nigeria.
El 24 de diciembre él y el párroco de la iglesia regresaban de recoger algunos suministros en preparación de la visita de Navidad del Cardenal Francis Arinze, cuando fueron emboscados por cuatro pastores de la etnia fulani.
"Cuando regresábamos, de repente nos detuvimos en una parte muy mala de la carretera que conduce a Anam. Un pastor fulani armado con un rifle AK 47 saltó de entre los arbustos y nos apuntó con su arma, amenazando con disparar si no nos deteníamos. Realmente fue una emboscada", dijo el sacerdote.
Los presbíteros inicialmente pensaron que era un robo pero luego se dieron cuenta que se trataba de un secuestro.
"Después de buscar y tomar todas nuestras posesiones, incluidas algunas rebanadas de pan, nos llevaron a una zona de arbustos donde a ambos nos dieron media rebanada del pan de trigo que nos quitaron durante cuatro días hasta nuestra liberación y entrega a nuestro superior, quien condujo desde Enugu a Anam por instrucción de los pastores", relató el P. Apeh.
El sacerdote señaló que durante esos días pudieron sobrevivir con muy poca comida y agua. Les prohibieron hablar, solo recibían muy poca agua al día y no contaban con ropa para abrigarse ante el frío.
La segunda noche los sacerdotes temblaban por las bajas temperaturas, por lo que "uno de ellos (los secuestradores) hizo una fogata para mantenernos calientes".
Además, durante sus días en cautiverio, nunca se pusieron de pie, excepto cuando les daban permiso para relajarse, ya que solo se les permitía estar acostados o sentarse.
Para el 26 de diciembre, el estado de salud del párroco había empeorado. Los pastores no lo dejaron tomar medicina, por lo que su presión arterial subió y se sentía débil.
Los hombres se comunicaron con las autoridades de los presbíteros secuestrados con el fin de pedir dinero por su rescate.
"Nos pidieron nuestros números de cuentas bancarias y les dijimos que no teníamos cuentas bancarias personales, que todo pertenecía a la Iglesia. Me preguntaron si estaba casado y dije que no, porque soy un sacerdote católico", recordó el P. Apeh.
"Dijeron que si estuviera casado, mi esposa o miembros de mi familia habrían llamado y corrido para pedir un rescate", agregó.
Varias autoridades del Estado de Anambra, entre ellas la Fuerza Móvil de la Policía y el Escuadrón Especial Federal contra el Robo, participaron de una búsqueda masiva de los sacerdotes.
Como resultado de las operaciones conjuntas, los secuestradores fueron obligados a liberarlos el 27 de diciembre. El P. Abeh aseguró que la oración fue un factor importante en su liberación.
"Gracias a sus oraciones y las de otros en todo el mundo fuimos entregados a nuestro superior que viajó a Anam desde Enugu, sin la compañía de ningún policía o agente de seguridad", sentenció.