En una exhortación pastoral por la Solemnidad de la Natividad del Señor, el Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren Anselmi, escribió que el Niño Jesús busca en esta fecha nuestros brazos, como lo hizo hace más de dos mil años con la Virgen María.
El Prelado recordó que cuando el Hijo de Dios se encarnó y se hizo hombre, buscó en sus primeros minutos de vida la seguridad que solo podía brindarle su Madre.
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"Para la fe de la Sagrada Escritura y de la Iglesia es importante que Dios haya querido ser dependiente del amor de su Madre Santa María, del amor protector del ser humano", relató en su escrito.
Es en ese contexto que el Arzobispo de Piura y Tumbes afirma que desde el acontecimiento de la Natividad el "Niño Divino nos llama" de la misma forma como lo hizo con María.
"Busca nuestros brazos, el calor de nuestro corazón, como hace más de dos mil años buscó los brazos de su Madre, la Virgen María y el calor de su regazo, así como el amparo y la santa custodia de San José. El gran desafío de Navidad es no ser indiferentes a sus gritos y a sus brazos extendidos hacia nosotros. El gran desafío de Navidad es acoger por la fe al Niño Dios que nace", explicó.
Mons. Eguren dijo que en todo esto existe una "gran paradoja", porque al acoger al Niño Dios "descubrimos con humildad que también nosotros somos dependientes, y lo somos más que un niño recién nacido".
"Al acogerlo descubrimos que lo necesitamos a Él mucho más de lo que Él ha querido necesitar de nosotros, y que la seguridad que nosotros podemos darle no se compara a la que Él nos da".
"Al acogerlo descubrimos que Él es la respuesta a las ansias más profundas de nuestro ser, y que solo este Niño de Belén puede calmar y saciar el hambre de infinito, la sed de comunión y la nostalgia de Dios que tienen nuestros corazones. Al acogerlo descubrimos que si queremos ser realmente felices, la vida no se puede construir más que con Él, en Él y por Él", escribió el Arzobispo.
En por ello, agregó, que el Niño de Belén tiene "el poder de destruir nuestra soberbia, nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia" y "de liberarnos de nuestro pecado que es ruptura y muerte".
Mons. Eguren recordó que la alegría de la Navidad no sería completa si nuestra mirada no se dirigiese finalmente a la Virgen María.
"Confiamos nuestro camino en el nuevo año para que bajo tu guía todos los hombres descubran a Cristo Jesús, Luz del mundo y único Salvador, ayer, hoy y siempre, que reina con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos", concluyó el Arzobispo.
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