El Papa Francisco recibió este lunes 19 de noviembre a un grupo de peregrinos albaneses presentes en Roma para conmemorar el 550° aniversario del fallecimiento de Giorgio Castriota Skanderbeg, héroe nacional de Albania y uno de los fundadores de la identidad de este país, y que destacó por su lucha contra los ocupantes otomanos.
En su discurso ante los peregrinos, el Santo Padre destacó la buena convivencia y relaciones de fraternidad y colaboración entre religiones diferentes en Albania.
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Francisco mostró su deseo de que las celebraciones no se limiten a conmemorar "la gloria de las gestas pasadas, sino que sirvan también como ocasión propicia para una renovación en Albania del compromiso de todos (instituciones y ciudadanos) en favor de un desarrollo auténtico y equilibrado".
De esa manera se favorecería que "a las jóvenes generaciones no se les sitúe ante la única alternativa de recurrir a la emigración, debilitando al país de fuerzas y de competencias indispensables para su crecimiento humano y civil".
"Una acción coral de todos con este objetivo a la vista, se revelará como el mejor modo de encarnar en el tiempo presente el amor a la patria, que animó en su tiempo a Giorgio Castriota Skanderbeg".
El héroe albanés, "interpretando del mejor modo el carácter y las tradiciones de vuestro pueblo, expresó su 'albanesidad' del modo más válido". "Este convencimiento da a Albania el impulso necesario para la pacífica convivencia entre personas pertenecientes a religiones diferentes, convivencia que, con el tiempo, se ha transformado en colaboración y fraternidad", afirmó.
En este sentido, el Pontífice repitió unas palabras suyas pronunciadas en septiembre de 2014 durante su visita a Albania: "El clima de respeto y de confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes es un bien precioso para el país, y supone un alivio especial para nuestro tiempo".
Albania "demuestra que la convivencia pacífica entre ciudadanos pertenecientes a religiones diferentes es un camino que se puede recorrer de forma concreta y que produce armonía y libera las mejores fuerzas y la creatividad de un pueblo entero, transformando la simple convivencia en verdadera colaboración y fraternidad", señaló.
"La buena disposición a considerar las diferencias como ocasión de diálogo y de recíproca estima y conocimiento favorece el desarrollo de caminos espirituales auténticos, y se convierte en un ejemplo válido al que mirar con interés verdadero para construir una paz duradera fundamentada en el respeto y en la dignidad de la persona humana", concluyó el Papa.