Diversas especulaciones se han difundido desde que unos desconocidos dispararon contra la casa del Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo Primado Emérito de México, la tarde del 21 de octubre. Pero, ¿se trató de un atentado que buscaba su muerte?
En diálogo con ACI Prensa, el P. Hugo Valdemar, que fue director de comunicaciones de la Arquidiócesis Primada durante 15 de los 22 años del gobierno pastoral del Cardenal Rivera en la capital mexicana, salió al frente de los rumores y dijo que "hasta el momento, no se tienen elementos para afirmar que el móvil fue una agresión directa".
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"La línea de investigación más bien apunta a que se trató del intento de un asalto", señaló.
De acuerdo a las autoridades mexicanas, tres hombres atacaron la casa del Cardenal Rivera en Ciudad de México el domingo, pero fueron repelidos por su escolta. Víctima de las balas, murió José Javier Hernández Naba, miembro de la Policía Bancaria Industrial, uno de los agentes de seguridad del purpurado.
La policía se encuentra tras los pasos de los delincuentes, que habrían sido identificados con retratos hablados.
El Cardenal Norberto Rivera gobernó pastoralmente la Arquidiócesis Primada de México desde el 13 de junio de 1995, en que fue nombrado por San Juan Pablo II, hasta el 7 de diciembre de 2017, cuando el Papa Francisco aceptó su renuncia por límite de edad, y nombró como su sucesor al Cardenal Carlos Aguiar Retes.
El P. Valdemar, actualmente canónigo penitenciario de la Arquidiócesis de México, destacó "la atención inmediata que ofrecieron las autoridades de la Ciudad de México".
"Pasadas las seis de la tarde, gracias al seguimiento de las unidades de los agresores a través del sistema de cámaras que tiene la ciudad, se pudo rastrear a los agresores hasta Tlanepantla, y supieron del ingreso de un herido a un hospital de Lomas Verdes, que resultó ser el supuesto asesino del policía José Javier Hernández".
El P. Valdemar señaló además que los delincuentes "han ido sofisticando sus métodos", pues "antes buscaban ingresar a robar a las casas cuando los dueños no estaban en ellas. Hoy, por el contrario, sobre todo en zonas residenciales, ingresan cuando están ahí sus dueños, pues los amagan y los obligan a entregar sus bienes bajo amenaza de muerte".
El sacerdote mexicano recordó que a inicios de la década de 1990, el entonces Arzobispo de México, Cardenal Ernesto Corripio Ahumada "fue asaltado en su domicilio". En esa ocasión, señaló, "las cuatro religiosas que lo asistían fueron atadas y recluidas en un baño, al Cardenal Corripio lo golpearon y le robaron en realidad pocas cosas de valor, pues siempre fue muy austero".
"Fue un acto terrible que no fue dado a conocer públicamente y que marcó el inicio del declive de la salud del señor Cardenal", dijo.
Sobre los cuestionamientos a la seguridad del Cardenal Rivera, el P. Valdemar precisó que "el Estado tiene la obligación de garantizar la seguridad de sus gobernados, y cuando la seguridad de personas con carácter público son amenazadas, tienen la obligación de brindar protección".
"Por ejemplo, sabemos de periodistas que han sido amenazados y cuentan con la protección de escoltas y nadie cuestiona esto", señaló.
"En el caso del Cardenal Rivera, en el año de 2006 sufrió 26 agresiones en la Catedral". Una de estas, dijo, fue "muy grave", porque "la activista Julia Klug interceptó a la salida de la Catedral la camioneta del Cardenal, en la que viajaba con su señora madre, y fue zarandeada la unidad y golpeada con piedras escondidas en los puños por varias personas, capitaneadas por la señora Klug".
"Además de esto hubo otro tipo de incidentes serios de amenaza a la integridad física del Cardenal, que no quiso que se hicieran del dominio público. Y no olvidemos el sobre bomba que recibió en sus oficinas y que de milagro no estalló", recordó.
El sacerdote luego reiteró su llamado a "esperar el resultado de las investigaciones y no dejar correr la imaginación o dar rienda suelta a las especulaciones", pues "en base a los datos que tenemos es que se trató de un intento frustrado de asalto".
El Cardenal Rivera, dijo, "está muy consternado por la muerte del policía José Javier", pues "él fundamentalmente estaba al cuidado de su casa", como una de las "personas con las que se convive a diario y se vuelven como de la familia".
"Así que la pérdida ha sido muy sentida por el Cardenal, así como la preocupación por la familia del valiente y heroico policía", señaló.
Sin embargo, destacó que, respecto a su seguridad, el Cardenal Rivera "está tranquilo, él es un hombre de fe y sabe bien que su vida está en manos de Dios".