Ante los casos de abuso y acoso sexual denunciados recientemente en seminarios católicos, un experto formador propuso cinco claves para mejorar el proceso de preparación de los futuros sacerdotes.
En una columna publicada el 18 de octubre en el diario Washington Post, el P. Thomas Berg, profesor de Teología Moral y director de admisión del Seminario St. Joseph en Nueva York, sugirió las siguientes claves:
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1.- Formar no solo en lo académico sino también en lo emocional
El P. Berg criticó que el sistema actual de los seminarios "enfatiza demasiado lo académico" y deja al seminarista menos formado en lo emocional. Alertó que con este déficit los sacerdotes no llegan listos a servir en sus parroquias y podrían caer en diversas inconductas.
"Cuando falta atender la integración psicológica, se abre un espacio para la vida desordenada, precisamente del tipo que ha permitido escribir los titulares de los meses recientes", dijo.
2.- Mayor transparencia entre seminaristas y formadores
El sacerdote explicó que se necesita una mayor confianza y más transparencia entre los seminaristas y los formadores. El experto lamentó que en algunos seminarios los alumnos sientan que no pueden discutir las recientes noticias sobre abusos. Dijo que esta censura ha sido "completamente equivocada".
En vez de eso, precisó, los seminaristas deben poder "libre, franca y confiadamente expresar a su equipo de formadores sus preocupaciones sobre la comunidad del seminario, sus opiniones sobre el proceso formativo y cualquier otra preocupación honesta o contribución que quieran hacer".
El P. Berg también alentó a los seminarios a tener políticas y protocolos claros sobre el acoso; y animó a nombrar una persona asociada al seminario, laica o no, para que se contacte con la diócesis en caso de acoso o abuso sexual.
3.- Aumentar la edad mínima para el ingreso al seminario
El experto propuso elevar a 22 años la edad mínima de ingreso al seminario y pidió a los obispos "bajar la velocidad para la ordenación".
En su opinión esa edad sería un momento adecuado para comenzar los estudios, lo que le permitiría al seminarista adquirir un título universitario y algo de experiencia laboral antes de ingresar.
El P. Berg también propuso aumentar en un año el tiempo de estudio de los sacerdotes que dedican siete años a la formación. Este año adicional sería el primero y serviría para "desintoxicarse de la cultura y las redes sociales" y así "crecer en el propio conocimiento, oración y asegurar la identidad masculina".
Además sugirió que el último año antes de la ordenación sea un periodo "intensivo de trabajo de campo" en "el ministerio pastoral".
El sacerdote dijo que aunque a los obispos no les agrade esta propuesta, la cree necesaria porque la Iglesia debe contar con sacerdotes que estén realmente listos para su labor específica.
"Cuando años después algunos de ellos fallen, con adicciones u otras luchas personales, todos terminaremos pagando un alto precio", advirtió.
4.- Elegir a los mejores como formadores
El P. Berg también expresó su preocupación porque a veces se elige como formadores "a sacerdotes a quienes les falta la capacidad para ser mentores, modelos o guías morales".
"Un doctorado en Teología no convierte a un sacerdote en alguien adecuado para ese ministerio", señaló.
Indicó que los obispos tienen que exigir que los formadores reciban formación profesional para servir mejor a los seminaristas.
5.- Reformar o cerrar seminarios que no cumplen bien su misión
Lo primero que debe hacerse en este punto es evaluar e identificar qué seminarios realizan bien su misión, mediante un panel de formadores que los visiten para revisar sus procesos.
Señaló que si el seminario "está fracasando en su misión", entonces debe ser reformado o cerrado.
Como ejemplo puso a Estados Unidos, donde actualmente hay unos 70 seminarios. Un tercio de ellos tiene menos de 50 seminaristas, mientras que otros 11 tienen más de 100.
Para reducirlos y mejorarlos, el P. Berg propuso hacer 15 o 20 seminarios regionales, donde sirvan solo los mejores formadores del país.
"Los tiempos actuales requieren un análisis radical" de los seminarios, comenzando por los obispos, precisó.
Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA