El Juzgado Cuarto de Instrucción de San Salvador (El Salvador) dictó una orden de captura contra el sospechoso de haber asesinado el 24 de marzo de 1980 al nuevo santo de la Iglesia, San Óscar Arnulfo Romero.
El sospechoso es Álvaro Rafael Saravia un exoficial del ejército de 78 años.
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Como explica Reuters, su caso fue "desestimado en 1993 después de que una ley de amnistía prohibiera los juicios penales relacionados con la sangrienta guerra civil de la nación centroamericana".
Sin embargo, el juez Rigoberto Chicas reabrió el caso en mayo de 2017, después de que se revocó la polémica ley de amnistía y al considerar que había pruebas suficientes.
Ahora, la Policía Nacional Civil y la Policía Internacional (Interpol) se encargará de dar con el paradero del exmilitar para que sea procesado por homicidio agravado.
Durante todos estos años nadie más fue llevado a juicio por el caso de Mons. Romero.
San Óscar Romero fue asesinado por un francotirador frente al altar donde celebraba Misa, en medio de una naciente guerra civil entre la guerrilla de izquierda y el gobierno dictatorial de derecha que finalmente dejó cerca de 75.000 fallecidos entre 1980 y 1992.
Según las investigaciones, la autoría del asesinato apuntaba a un grupo de aniquilación vinculado a la dictadura militar, que creía que Mons. Romero era cercano a la guerrilla marxista debido a su preocupación por los pobres, una acusación alejada de la realidad.
En su lucha por los más pobres y en sus denuncias contra la dictadura, el futuro santo estuvo respaldado por San Pablo VI y San Juan Pablo II.
El 3 de febrero de 2015 el Papa Francisco reconoció su martirio y el 25 de mayo de ese mismo año fue beatificado en San Salvador. El 14 de octubre fue canonizado en el Vaticano.