Los padres sinodales han propuesto durante la XV Congregación General del Sínodo de los Obispos la elaboración de una carta dirigida a los jóvenes de todo el mundo, antes de la finalización de los trabajos.
El Papa Francisco ha aceptado la propuesta y ha instituido una comisión para la redacción del texto que, una vez elaborado, será sometido a la consideración de la Asamblea Sinodal.
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La comisión está formada por cuatro padres sinodales: Mons. Dieudonné Nzapalainga, Arzobispo de Bangui (República Centroafricana); Mons. Emmanuel Gobilliard, Obispo Auxiliar de Lyon (Francia); Mons. Anthony Colin Fisher, Arzobispo de Sidney (Australia); y Mons. Eduardo Horacio García, Obispo de San Justo (Argentina).
Junto a ellos estarán dos jóvenes que participan en el Sínodo como oyentes, un invitado especial y un experto.
Pontificio Consejo para los Jóvenes
En la conferencia de prensa que diariamente organiza la Santa Sede para informar de los progresos de los trabajos sinodales, el Prefecto del Dicasterio para la Comunicación del Vaticano, Paolo Ruffini, afirmó que los padres sinodales han vuelto a poner sobre la mesa la creación de un posible Pontificio Consejo para los Jóvenes.
Según informó el Prefecto, el presidente de este nuevo organismo de la Curia Romana podría estar a la altura de los jefes de dicasterio y podría estar presidido por una mujer.
"Se ha propuesto establecer un Pontificio Consejo para los Jóvenes donde al presidente se le considere a la altura de los jefes de dicasterio, y que incluso pudiera ser una mujer", informó Paolo Ruffini.
En los debates de los padres sinodales se ha debatido ampliamente el rol de la mujer en la Iglesia, y se ha destacado la importancia que tuvieron la Virgen María y María Magdalena en la comunidad de los primeros discípulos. En este sentido, se puso el acento en la importancia de luchar contra la cultura machista.
Precisamente, uno de los padres sinodales propuso dedicar un próximo Sínodo de los Obispos a la cuestión femenina.
En ese mismo encuentro con los medios de comunicación, participó también el P. Alexandre Awi Mello, Secretario del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.
En su intervención quiso aclarar que el Sínodo no puede ser "algo puntual" y que "tan importante como los resultados del Sínodo es el proceso participativo sin precedentes que condujo hacia él, y que, una vez finalizado el Sínodo, debe intensificarse".
"Esto es un proceso sin vuelta atrás dentro de esa Iglesia sinodal y participativa. En ese sentido se puede decir que el Sínodo ya es un éxito. El proceso ya ha valido la pena y hemos aprendido mucho de él".
Explicó también que "en todo el proceso hemos respirado un profundo sentimiento de comunión. La experiencia de la reunión pre-sinodal fue inolvidable, y fue fundamental para poder respirar este ambiente tan positivo en el Sínodo".
Sobre la pregunta que se ha planteado de forma reiterativa desde el comienzo del Sínodo sobre si realmente los padres sinodales han entrado en sintonía con la juventud para dar respuesta a sus demandas, ha asegurado que "estamos realmente dentro de la mentalidad de los jóvenes porque los hemos escuchado y tenemos lo que ellos mismos han escrito para este Sínodo".
No obstante, ha subrayado que "la escucha es apenas el primer paso para llegar a un segundo paso que es el acompañamiento que debe conducir hacia el discernimiento". Aclaró así la relación entre los tres ejes del Sínodo: escucha, acompañamiento y discernimiento.
Asimismo, habló también de las dificultades que se están encontrando los padres sinodales, y explicó que, una de ellas, es la constatación de la dificultad de acompañar a los jóvenes, dificultad agravada por la actitud de algunos que establecen resistencia al acompañamiento.
Por ello, resaltó la necesidad de establecer una relación empática con los jóvenes, no limitarse a escucharlos, sino ponerse en su lugar: "Si solo escuchamos, sin acompañar, podemos ser simpáticos, pero no empáticos", dijo.
Así, propuso que, "después de este Sínodo, la formación de acompañantes debería ser una prioridad para que realmente tengamos el discernimiento como estilo de nuestra Iglesia en salida".
Por último, abogó por la "integración y la comunión de todas las fuerzas eclesiales que trabajan con la juventud. Hay que establecer estructuras diocesanas que favorezcan esa unidad".