El Papa Francisco pidió a los sacerdotes y a los obispos que "cuiden del Santo Pueblo fiel de Dios, no lo escandalicen"; durante un encuentro que tuvo con peregrinos de El Salvador presentes en Roma para la canonización de San Óscar Romero.
Durante el encuentro, el Santo Padre puso a San Óscar Romero como ejemplo de pastor, de sacerdote, de obispo, "que da la vida por sus ovejas".
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"Ejemplo de predilección por los más necesitados de la misericordia de Dios. Estímulo para testimoniar el amor de Cristo y la solicitud por la Iglesia, sabiendo coordinar la acción de cada uno de sus miembros y colaborando con las demás Iglesias particulares con afecto colegial".
San Óscar Romero "veía al sacerdote colocado en medio de dos grandes abismos: el de la misericordia infinita de Dios y el de la miseria infinita de los hombres", señaló el Pontífice.
En este sentido, explicó que "el mensaje de San Óscar Romero va dirigido a todos sin excepción, grandes y chicos, para todos".
Insistió en que "la fuerza de la fe es la fuerza del Pueblo de Dios. Él, Óscar Romero, repetía con fuerza que cada católico ha de ser un mártir, porque mártir quiere decir testigo, es decir, testigo del mensaje de Dios a los hombres".
"Dios quiere hacerse presente en nuestras vidas, y nos llama a anunciar su mensaje de libertad a toda la humanidad. Solo en Él podemos ser libres: libres del pecado, del mal, libres del odio en nuestros corazones –él fue víctima del odio–, libres totalmente para amar y acoger al Señor y a los hermanos. Una verdadera libertad ya en la tierra, que pasa por la preocupación por el hombre concreto para despertar en cada corazón la esperanza de la salvación".
Para ello, el Papa resaltó la importancia de la oración, y recordó que "San Óscar nos dice que, sin Dios, y sin el ministerio de la Iglesia, esto no es posible".
Francisco puso de relieve la fe del pueblo salvadoreño, "fe viva que se expresan en diferentes formas de religiosidad popular y que conforma su vida social y familiar: la fe del Santo Pueblo fiel de Dios".
Finalmente, el Papa recordó las dificultades por las que atravesó la Iglesia en El Salvador, "el flagelo de la división, el flagelo de la guerra; la violencia se ha sentido con fuerza en su historia reciente, pero ese pueblo resiste y va adelante".
"No son pocos los salvadoreños que han tenido que abandonar su tierra buscando un futuro mejor. El recuerdo de san Óscar Romero es una oportunidad excepcional para lanzar un mensaje de paz y de reconciliación a todos los pueblos de Latinoamérica", concluyó el Papa Francisco.