Dolor, compasión, vergüenza y petición de perdón, con estas palabras el Arzobispo de Montevideo (Uruguay), Cardenal Daniel Sturla, resumió el sentir de la Iglesia frente al escándalo de los abusos por parte de religiosos y miembros del clero.
El Cardenal dedicó la reflexión de su espacio semanal en Radio Oriental para referirse a esta situación. El quincenario "Entre Todos" de la Arquidiócesis de Montevideo también publicó una edición especial sobre esta temática.
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El Cardenal Sturla explicó que ante los abusos de menores surgen sentimientos de compasión con las víctimas e indignación con los abusadores, y cuando los abusadores son miembros del clero o religiosos, "se hacen sentimiento de culpa y de vergüenza para toda la Iglesia".
"Cuando además somos conscientes que la Iglesia y sus pastores no supimos durante años responder como es debido a las denuncias recibidas, que se barría abajo de la alfombra, que se dilataban decisiones, que no se daba lugar a la justicia, aumenta la vergüenza", sostuvo.
El Arzobispo de Montevideo señaló que hace al menos diez años que la Iglesia en el mundo sabe qué hacer frente a estas situaciones y que.la Iglesia en Uruguay cuenta con un protocolo de actuación, "procura que se haga justicia y se priorice a las víctimas".
"Ha pedido perdón y expresado su vergüenza. Nunca será suficiente para quienes fueron víctimas y sus familiares el pedido de perdón. Pero nuevamente lo volvemos a expresar", expresó.
El Cardenal Sturla subrayó que "también la Iglesia es Madre de aquellos que fueron victimarios, y junto a la claridad y dureza de las sanciones canónicas previstas, o de la actuación de la justicia civil competente, también se procura su atención".
El Arzobispo de Montevideo manifestó su esperanza en que esta crisis, "que ha creado una fuerte desconfianza hacia la Iglesia, pasará, y que ayudará a purificarla".
Sin embargo, sostuvo que "nuestro dolor y compasión, nuestra vergüenza y petición de perdón, no quieren moverse al ritmo de la 'opinión pública', ni bailar al compás de aquellos que se solazan en nuestra vergüenza y que están a la espera de una palabra, de más o de menos, para encontrar, felices, una nueva piedra que lanzarnos".
"Es a los que hemos dañado que pedimos perdón, ya sea a las víctimas y sus familiares, como a todos aquellos que se han sentido defraudados por la Iglesia. A Dios misericordioso, nos encomendamos", concluyó su reflexión.