En una ceremonia marcada por la ausencia del Arzobispo de Santiago, Cardenal Ricardo Ezzati, y la crisis de la Iglesia por el escándalo de los abusos sexuales, se llevó a cabo este 18 de septiembre el 208° Te Deum Por la Patria de Chile.

Estuvo presente el presidente Sebastián Piñera y otras autoridades civiles y eclesiales. El Cardenal Ezzati decidió no participar luego de ser citado para declarar por presunto encubrimiento de abusos sexuales a fines de agosto. En su lugar, presidió la celebración el deán de la Catedral de Santiago, Mons. Juan de la Cruz Suarez.

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Asimismo, la ceremonia se realizó a los tres días de conocerse la decisión del Papa Francisco de expulsar del estado clerical a Cristián Precht, acusado de abusos.


La homilía estuvo a cargo del sacerdote benedictino Benito Rodríguez, abad del Monasterio de la Santísima Trinidad, quien señaló que hoy "nuestra Iglesia de Chile vive un tiempo de purificación quizás como nunca antes en su historia".

"Hoy nos toca presidir esta solemne celebración del Te Deum en un momento muy particular, porque estamos pasando por tiempos recios, como decía Santa Teresa (de Ávila)", afirmó el monje.

En ese sentido, subrayó que "creemos que hablar desde esta precariedad, sin pretender negarla o esconderla, es también nuestro aporte al hoy de nuestra historia, intentando acoger con humildad y con generosidad nuestros errores, sin pretender privilegios o algún trato especial".

Todo esto, continuó el P. Rodríguez, "sin renunciar al desafío y la responsabilidad de una profunda conversión en Espíritu y en verdad, para ser mejores testigos de ese Evangelio que hemos recibido y que llevamos en vasijas de barro".

En su homilía, el abad benedictino puso énfasis en el llamado a las autoridades a acoger a los miles de migrantes que llegan a Chile buscando una mejor vida, lo que debe traducirse "en que puedan aspirar a un trabajo y un lugar dignos para ellos y sus familias".

"Chile es un proyecto en común, pero también son tantos proyectos individuales como habitantes somos y el proyecto en común será, en primer lugar, que cada persona que habite en esta tierra pueda vivir en paz, con alegría y con libertad", sostuvo.

Finalmente, puso en el corazón de la Virgen María "a todos los habitantes de esta larga, loca y hermosa geografía, en particular a quienes son más vulnerables, se sienten excluidos y están más solos".

"Que ella nos ayude a renacer desde la ternura, el perdón y la confianza. Y así entonces, no anteponiendo nada al amor a Dios y al prójimo, sea el mismo Jesús que nos lleve a todos juntamente a la vida eterna", concluyó.