El Papa Francisco afirmó que la profesión de fe en Cristo y en el Evangelio debe materializarse en gestos concretos de amor a Dios y al prójimo, y advirtió que "una fe que se reduce a fórmulas prefabricadas es una fe miope".
Durante el rezo del Ángelus en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, este domingo 16 de septiembre, el Santo Padre recordó cómo el Señor interpela a sus discípulos y les pregunta qué dice la gente de Él.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Jesús "sabe que los discípulos son muy sensibles a la popularidad del Maestro. Por eso plantea la pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo? De ahí emerge que Jesús es considerado por el pueblo como un gran profeta".
"Pero, en realidad, a Él no le interesa el sondeo de las habladurías de la gente. Tampoco acepta que sus discípulos respondan a sus preguntas con fórmulas prefabricadas, citando a personajes famosos de la Sagrada Escritura, porque una fe que se reduce a las fórmulas es una fe miope".
Francisco explicó que "el Señor quiere que sus discípulos de ayer y de hoy establezcan con Él una relación personal, y lo acojan así al centro de sus vidas. Por este motivo los exhorta a ponerse con toda la verdad ante sí mismos y les pregunta: 'Pero vosotros, ¿quién decís que soy yo?'. Jesús, hoy, nos vuelve a dirigir esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: '¿Quién soy yo para ti?'".
"Cada uno de nosotros está llamado a responder, en su corazón, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús. Y puede sucedernos a nosotros lo mismo que le sucedió a Pedro, y afirmar con entusiasmo: 'Tú eres el Cristo'".
Sin embargo, "cuando Jesús les dice claramente aquello que dice a los discípulos, es decir, que su misión se cumple no en el amplio camino del triunfo, sino en el arduo sendero del Siervo sufriente, humillado, rechazado y crucificado, entonces puede sucedernos también a nosotros como a Pedro, y protestar y rebelarnos porque ese comino contrasta con nuestras expectativas".
En esos momentos, "también nosotros nos merecemos las palabras de Jesús: '¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no piensas como Dios, sino como los hombres".
El Pontífice subrayó que "la profesión de fe en Jesucristo no puede quedarse en palabras, sino que exige una auténtica elección y gestos concretos, de una vida marcada por el amor a Dios y al prójimo. Jesús nos dice que, para seguirle, para ser sus discípulos, se necesita negarse a uno mismo, es decir, desposeerse del orgullo egoísta y cargar con la cruz".
Entonces ofrece una regla fundamental: "'Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mi causa y por la causa del Evangelio, entonces la salvará'".
"Para entender esta paradoja es necesario recordar que nuestra vocación más profunda es el amor, porque estamos hechos a imagen de Dios, que es amor".
"Con frecuencia en la vida, por tantos motivos, nos equivocamos de camino, buscando la felicidad en las cosas, o en las personas que tratamos como si fueran cosas. Pero la felicidad la encontramos únicamente cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende y nos cambia", concluyó el Papa Francisco.