En una carta dirigida a los católicos de la Arquidiócesis de Los Ángeles en Estados Unidos, el Arzobispo José H. Gomez abordó los recientes escándalos de la Iglesia Católica en el país, concretamente el suscitado por el informe de la Corte Suprema de Pensilvania y el caso de Theodore McCarrick.
Tras reconocer que este es "un momento de tristeza y confusión para todos nosotros", Mons. Gomez exhortó a no perder "la esperanza en la Iglesia. Jesús nos dijo que Dios permite que el mal crezca junto con el bien, tanto en el mundo como en la Iglesia. Esta verdad no nos hace excusar o aceptar lo que ha sucedido; todo lo contrario".
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"En este momento, nuestro Señor cuenta con nosotros. Así que por favor no se dejen llevar por el desaliento. Pongan su esperanza en la promesa de Dios: donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia", animó.
La carta del Arzobispo de Los Ángeles se da a conocer luego de la difusión del informe de la Corte Suprema del estado de Pensilvania que da cuenta de más de mil casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero durante los últimos 70 años en las diócesis de Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Pittsburgh y Scranton.
El informe de 884 páginas fue escrito por 23 miembros de un gran jurado, que durante 18 meses examinó medio millón de páginas de documentos. El FBI ayudó con la investigación de estos casos sucedidos entre 1947 y 2017.
El otro escándalo que también ha dado la vuelta al mundo fue el de Theodore McCarrick, cuya renuncia al Colegio de Cardenales fue aceptada por el Papa el pasado 28 de julio, tras conocerse una serie de inconductas sexuales de quien fuera Arzobispo de Washington.
En su carta a los fieles de Los Ángeles, Mons. Gomez recordó que "todos estamos llamados a la santidad, a crecer en nuestra relación con Jesús y a glorificar a Dios con nuestras vidas. Pero el sacerdote, está consagrado ante todo para servir 'en la persona de Cristo'".
"Por eso el mal que está en la raíz de estos escándalos es tan terrible. La confianza en lo sagrado se ha visto quebrantada por hombres a quienes Jesús escogió para ser sus representantes en la tierra. Estos sacerdotes han traicionado a Cristo y han hecho violencia a sus niños. La crueldad que han cometido proyecta una sombra sobre el sacerdocio y sobre la gran mayoría de los sacerdotes que son buenos y fieles servidores del Evangelio", reconoció.
"Estoy horrorizado de que tales crímenes puedan ser cometidos contra inocentes hijos de Dios. Necesitamos responsabilizar a las personas y hemos de expiar estos pecados como Iglesia", escribió el prelado.
En su opinión, "la crisis más profunda de la Iglesia actual es espiritual y moral. Creo que tenemos que responder a esta crisis con un nuevo llamado a la penitencia y a la purificación y con un nuevo empeño en llevar una vida santa".
"La renovación de la Iglesia es, ante todo, un deber para los obispos y los sacerdotes. Necesitamos hacer penitencia con humildad por lo que han hecho nuestros hermanos. Necesitamos vivir con sencillez e integridad y ser modelos de conversión y de santidad. Ahora más que nunca, le pido a Dios que cada obispo y cada sacerdote redescubra su amor a Jesucristo y arda con un nuevo deseo de llevar la santidad y la salvación a nuestro pueblo".
Mons. Gomez recordó también que "renovar y reconstruir la Iglesia es algo que lleva tiempo. La conversión, que significa cambiar nuestras vidas asimilándolas a la imagen de Jesucristo, es un proceso continuo, que dura toda la vida".
"Debemos entonces, empezar de nuevo en este momento, comenzando con aquellos de nosotros que somos obispos y sacerdotes. Todos nosotros, los que formamos parte de la Iglesia, hemos de comprometernos nuevamente con las prácticas básicas de nuestra vida cristiana: la oración personal, la Eucaristía y la Confesión, las obras de misericordia, el crecimiento en las virtudes".
Tras explicar que la Arquidiócesis de Los Ángeles siga comprometida y trabajando para garantizar la seguridad y el bienestar de todos sus fieles, especialmente los más pequeños, Mons. Gomez pidió rezar por toda "persona que haya sido herida por miembros de la Iglesia y sigamos trabajando para ayudarlos a sanar".
"Y pidámosle a nuestra Santísima Madre María que interceda por nosotros y nos dé el valor y la sabiduría necesarios para purificar a la Iglesia y para renovar nuestro amor por Jesucristo y por su Evangelio", finalizó.