Se cumplen 75 años de la muerte del beato Santiago Gapp, sacerdote austríaco, asesinado el 13 de agosto de 1943 por oponerse al régimen nazi.
San Juan Pablo II lo beatificó en 1996.
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El P. Santiago (Jakob) Gapp nació en 1897 en Wattens, Austria, al término de la Primera Guerra Mundial, en la que combatió. Posteriormente, ingresó en la Compañía de María y fue ordenado sacerdote.
Tras el ascenso del nacionalsocialismo, el P. Gapp fue muy crítico "contra el racismo de Hitler", provocando que la Gestapo (policía secreta oficial de la Alemania nazi) le persiguiera.
Para salvar su vida se vio obligado a huir. Llegó a la ciudad de Valencia (España) en 1941.
El sacerdote marianista José María Salaverri, biógrafo del beato Santiago Gapp, explicó que en España fue acogido por la comunidad marianista de Valencia e impartía clases de latín y alemán en el Colegio El Pilar.
Dos colaboradores de la Gestapo se ganaron la confianza del sacerdote haciéndose pasar por judíos perseguidos. Le convencieron para viajar hasta San Sebastián (Guipúzcoa), en el norte de España, para recibir a unos supuestos familiares.
El 9 de noviembre de 1942, el sacerdote y los supuestos judíos, colaboradores de la Gestapo, llegaron a una localidad costera de Guipúzcoa cercana a la frontera con Francia, que por entonces estaba ocupada por el régimen nazi.
Aprovechando la cercanía con Francia el sacerdote fue arrestado.
Tras ser torturado y encarcelado, murió decapitado en Berlín en 1943. El Papa San Juan Pablo II lo beatificó en 1996 y sus reliquias se veneran en Innsbruck (Austria).
La archidiócesis de Valencia recuerda una carta que el P. Gapp escribió a sus familiares antes de ser ejecutado en la prisión de Plötzensee, en Berlín (Alemania).
"Me han condenado a muerte el 2 de Julio, fiesta del Sagrado Corazón. Hoy será ejecutada la sentencia. A las 7 de la tarde, iré a casa de mi querido Salvador, a quien siempre amé fervientemente. ¡No os aflijáis por mí! Soy totalmente feliz. Naturalmente he tenido que pasar muchas horas penosas, pero he podido prepararme muy bien a la muerte. Tened ánimo, y soportadlo todo por amor a Dios, para que nos podamos volver a encontrar en el Cielo", aseguró el P. Gapp.