El uso generalizado de anticonceptivos ha llevado a una mayor violencia y agresión contra las mujeres al hacer que se las mire como objetos, advirtió el P. Wojciech Giertych, teólogo de la casa pontificia durante una visita a Australia a mediados de julio.
El sacerdote dominico, nombrado en su cargo por el Papa Benedicto XVI en 2005, dijo que la mentalidad anticonceptiva ha distorsionado la sexualidad masculina.
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"La anticoncepción hace que los hombres sean egoístas. Hace que muchos de ellos degeneren y vemos las consecuencias de eso", dijo el P. Giertych a The Catholic Weekly, diario de la Arquidiócesis de Sydney.
El teólogo indicó que las estadísticas del Gobierno en Italia revelaron que una mujer fue asesinada cada cuatro días entre 2009 y 2011; y que más del 80% de los perpetradores eran compañeros sexuales de las víctimas, como novios, esposos o exparejas.
Sin embargo, advirtió que más violencia se lleva a cabo contra las mujeres en otros países, como México, donde seis mujeres son asesinadas cada día, tal como reportó L'Osservatore Romano en 2017.
El sacerdote indicó que "cuando se le atribuye tal importancia a la sexualidad, esto no da la felicidad final" y termina funcionando como una droga que constantemente exige más y que lleva a más violencia.
Además, indicó el sacerdote, la introducción de la píldora anticonceptiva hace casi 60 años ha llevado a un "invierno demográfico" en muchos países y a una falta de interés de los hombres en el matrimonio y la paternidad.
Asimismo, recordó que en 1968, tanto el Beato Pablo VI como el Cardenal Karol Wojtyla -futuro San Juan Pablo II-, predijeron que la anticoncepción distorsionaría la sexualidad humana.
San Juan Pablo, entonces Arzobispo de Cracovia, era parte de un grupo de teólogos de su arquidiócesis que enviaron un memorándum para ayudar a Pablo VI en la preparación de la encíclica Humanae Vitae. El memorándum explicaba que la anticoncepción genera egoísmo.
"El autodominio, el regalo propio y el desinterés se eliminan por el placer de la experiencia placentera, la satisfacción de los sentidos o la emoción. Tales actos no solo no constituyen el amor verdadero, sino que cuando se repiten, conducen necesariamente a la destrucción del amor", escribió el futuro Papa.
Contrario a tales sentimientos, indicó el P. Giertych, están el respeto por la procreación y la reciprocidad en la vocación cristiana, que finalmente conduce a la santidad que fomenta el crecimiento del amor en las parejas.
"Lo importante es crecer en la caridad mutua, y también en la castidad que sirve a la caridad", agregó.