De todos son ya conocidas las sorpresas y salidas de protocolo que el Papa Francisco acostumbra a realizar de vez en cuando. El sábado 28 de julio, el Pontífice lo repitió: abandonó el interior del Vaticano para visitar a una anciana en su casa de Roma.
Ocurrió alrededor de las 18.30, hora de Roma, en la calle Alessandria, en una zona bastante alejada del Vaticano pero que el Pontífice conoce bien porque se encuentra cerca de la Plaza Buenos Aires, donde está la iglesia argentina de Santa María Dolorosa a la que solía acudir para reunirse con los argentinos residentes en Roma.
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El Pontífice llegó a bordo de su coche Ford de color azúl. Allí lo encontraron unas doce personas, entre ellas un niño y un enfermo, a quienes saludó y bendijo al descender del vehículo.
Poco después, entró en el edificio. Allí visitó durante una hora a una anciana a la que conoce y que no se puede mover puesto que se encuentra impedida.
Tras visita, el Papa regresó a la calle, donde se habían congregado más personas advertidas por otros de que Francisco se encontraba allí. A ellos también los saludó durante unos minutos, tras lo cual subió al coche y emprendió el camino de vuelta hacia el Vaticano.