El Arzobispo de Buenos Aires, Cardenal Mario Aurelio Poli, expresó su dolor y tristeza porque algunos sectores de la sociedad quieran aprobar la ley del aborto que eliminará a muchos argentinos en el vientre de su madre, evitando que participen "en la fiesta de la vida y ser herederos de la independencia".
El Primado de Argentina presidió el 9 de julio el Te Deum por el 202° aniversario de la Declaración de la Independencia y fiesta de Nuestra Señora de Itatí en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, ocasión en la que se refirió al proyecto de ley del aborto que se discute en el Senado, luego que fuera aprobado por la Cámara de Diputados el 14 de junio.
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El proyecto permite el aborto libre hasta la semana 14 de gestación; y hasta los nueve meses de embarazo bajo las causales de violación, riesgo de vida y salud de la madre e inviabilidad fetal. Además, prohíbe la objeción de conciencia institucional.
Frente a las autoridades civiles de Buenos Aires y a numerosos fieles, el Cardenal Poli recordó las raíces católicas de Argentina y advirtió sobre las pretensiones de "resolver
los problemas eliminando una vida humana".
"La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo", afirmó el Arzobispo de Buenos Aires, al recordar las enseñanzas del Papa Francisco en su exhortación apostólica Gaudete Et Exsultate.
Agregó que progresar no quiere decir pretender "resolver los problemas eliminando una vida humana", ni tampoco diferenciar la sacralidad de la vida de los pobres, los postergados, los
ancianos, y los que padecen "las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte".
Como dice el Papa, "los cristianos no podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros sólo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente".
El Cardenal Poli concluyó su homilía pidiendo la intercesión de la Virgen de Itatí, quien desde lo alto de la cruz "recibiste la misión de cuidar la vida desde la concepción hasta que dejemos de hacer sombra en este mundo, bendícenos, cuídanos, ampáranos como sólo tu ternura lo sabe hacer".