El Obispo de Almería (España), Mons. Adolfo González Montes, celebró su aniversario de ordenación episcopal con una Misa en la catedral, durante la homilía recordó la importancia de la misión pastoral del Obispo que se centra en la transmisión de la fe, que debe transmitir "sin rebajar su contenido para ser aceptado por el mundo".
Convocados a la celebración de la Consagración episcopal y el XVI aniversario de la toma de posesión como obispo de Almería de Mons. González Montes https://t.co/QqGQEkmfWD pic.twitter.com/y1Wt2agNV7
- Diócesis de Almería (@diocesisalmeria) 2 de julio de 2018
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En su vigésimo primer aniversario como Obispo, Mons. González Montes explicó que "la sucesión en el ministerio apostólico es para proclamar el Evangelio con la autoridad que Cristo ha conferido a los apóstoles y a sus sucesores".
También destacó que "todo apóstol está al servicio de la proclamación del Evangelio, es su primer cometido por voluntad de Cristo resucitado, que ordena a sus apóstoles 'proclamar la Buena Nueva a toda la creación', hacer discípulos bautizándolos en nombre de la Trinidad".
Ante esta misión, el Obispo de Almería afirmó que "no podemos ser acompañantes mudos" porque la Palabra de Dios debe ser llevada a cada ser humano "convocándole a entrar en la congregación de la Iglesia, ámbito de la humanidad redimida, sacramento de salvación".
"Cuando estamos tentados a evaluar con pesimismo el marco social y cultural de nuestro tiempo por su alejamiento del Evangelio y abandono de la Iglesia", el Obispo asegura que "no debemos olvidar que la proclamación de la verdad evangélica ha tropezado siempre, a lo largo de la historia de la Iglesia, con fuerte oposición", pero nunca ha dejado de producir "frutos de conversión a Dios y a Cristo".
Para ello, Mons. González Montes subraya que "el apóstol ha de predicar la verdad de la fe sin engaños, sin rebajar su contenido para ser aceptado por el mundo, por la mentalidad del ambiente y la cultura dirigida por el poder político, confiando siempre en que es Dios que hace crecer".
"No es la adulación ni la codicia disimulados por las buenas maneras lo que da fruto, salvo en provecho propio, sino la rectitud de la intención de quienes proclaman el Evangelio 'no buscando agradar a los hombres, sino a Dios que examina nuestros corazones'", aseguró el Obispo.
Por eso insistió en que "quienes piensan que rebajando el contenido de la fe atraerán a la Iglesia a los alejados, sólo cosecharán el fracaso de la acomodación de la vida cristiana a las exigencias del mundo, sin posibilidad alguna de que los hombres se sientan transformados por la banalidad de la sal desvirtuada e incapaz de sazonar".
Además el Obispo de Almería recordó que la construcción de la Iglesia también está fundada en "la comunión que el obispo preside".
"Es el obispo quien, en primera instancia, en comunión con el sucesor de Pedro y el colegio episcopal, confecciona y preside la Eucaristía en la Iglesia diocesana y quien manda celebrarla a los presbíteros, sus colaboradores más estrechos, unidos a él por la participación común en el ministerio sacerdotal de Cristo", afirmó.
Además explicó que suceder a los apóstoles es "prolongar en el tiempo esta pesca apostólica" para llevar a todos al encuentro con Cristo, "experiencia definitiva de salvación que se realiza gracias al ministerio de la palabra y de la santificación, y se prolonga y manifiesta en la caridad pastoral, que extiende los bienes de la salvación sanando las heridas que afligen a los seres humanos, con la colaboración propio de religiosos y laicos".
Puede leer la homilía íntegra AQUÍ.