En el documento publicado ayer por el Vaticano sobre las Vírgenes Consagradas bajo el nombre de "Ecclesiae Sponsae Imago" ("Esposa Imagen de la Iglesia"), destaca entre otras indicaciones el deber de los obispos de proporcionar los medios de formación y discernimiento adecuados para las mujeres que descubren el llamado a esta vocación.
La Santa Sede ha querido recordar así el valor de esta forma de consagración que cuenta ya con más de 5.000 mujeres en todo el mundo y forma parte de la Iglesia desde sus orígenes.
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"Ecclesiae Sponsae Imago" se divide principalmente en 3 partes: en la primera se desarrolla "la vocación y el testimonio del Ordo virginum, la siguiente trata de "la configuración del Ordo virginum en las iglesias particulares y en la iglesia universal" y el último es el del "discernimiento vocacional y la formación para el Ordo virginum".
Es en este último capítulo en el que se destaca la responsabilidad del obispo en la formación y el acompañamiento de las consagradas. "Ya que esta forma de vida consagrada tiene un arraigo en la Iglesia particular, el discernimiento vocacional, la formación previa a la consagración y la atención a la formación permanente se realizan por medio de itinerarios eclesiales que, además de la responsabilidad de las mujeres interesadas, piden la atención y el acompañamiento de la comunidad cristiana, y en particular interpelan la responsabilidad pastoral del Obispo diocesano, detalla.
El documento también indica que, para realizar esta labor, el obispo "puede pedir colaboración al Delegado o la Delegada para el Ordo virginum y valorará la aportación que las consagradas puedan ofrecer".
"Para esta finalidad, teniendo en cuenta el número de consagradas presentes en la Diócesis y su parecer al respecto, y también de las otras circunstancias concretas, como organizaciones del servicio de comunión para el Ordo virginum, el Obispo podrá impulsar además un servicio o equipo para el discernimiento vocacional y la formación previa a la consagración y un servicio o equipo para la formación permanente".
"Tales servicios o equipos estarán formados por el Delegado o la Delegada, si el Obispo hubiere instituido la figura, y por consagradas con las aptitudes necesarias, designadas por el Obispo o por el Delegado o la Delegada, previa consulta a todas las consagradas", establece la instrucción.
Pero el texto recuerda además los orígenes de esta forma de consagración, que "desde los tiempos apostólicos" ha encontrado "una manifestación totalmente peculiar en la vida de aquellas mujeres que, correspondiendo al carisma evangélico suscitado en ellas por el Espíritu Santo, con amor esponsal, se han dedicado al Señor Jesús en virginidad, para experimentar la fecundidad espiritual de la íntima relación con Él y ofrecer los frutos a la Iglesia y al mundo", explica el documento en la introducción.
En concreto, el documento elaborado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, recuerda que "en los tres primeros siglos numerosísimas vírgenes consagradas sufrieron el martirio por permanecer fieles al Señor". "Entre ellas Águeda de Catania, Lucía de Siracusa, Inés y Cecilia de Roma, Tecla de Iconio, Apolonia de Alejandría, Restituta de Cartago, Justa y Rufina de Sevilla. Cesadas las persecuciones, la memoria de las vírgenes mártires permaneció como viva llamada a la entrega total de sí, como exigía la consagración virginal".
La instrucción señala que "virginidad, esponsalidad y maternidad son tres perspectivas que permiten describir la experiencia espiritual de las vírgenes consagradas: no significan características yuxtapuestas o sumadas unas a otras, se refieren a dinámicas espirituales realizadas una en la otra y asentadas en las coordenadas fundamentales de la vida bautismal, por las que las consagradas son hijas de la Iglesia y hermanas unidas a todos los hombres y a todas las mujeres por vínculos de fraternidad".
Además, explica que "la virginidad cristiana es experiencia de unión esponsal íntima, exclusiva, indisoluble con el Esposo divino que se entregó a la humanidad sin reservas y por siempre, y de este modo adquirió un pueblo santo, la Iglesia".
Forma de vida
"Un rasgo característico de esta forma de vida es el arraigo de las consagradas en la Iglesia particular y, por consiguiente, en un determinado contexto cultural y social: la consagración las reserva para Dios sin hacerlas ajenas al ambiente donde viven y están llamadas a realizar su propio testimonio", dice el documento sobre la forma de vida de las vírgenes consagradas.
Entre las indicaciones que ofrece el Vaticano, está la del acompañamiento espiritual caracterizado por un "diálogo sincero, dócil y maduro con una persona prudente y experimentada que ejerza este ministerio, ofrece a cada una, preciosas ocasiones para profundizar, verificar, confirmar, y propone herramientas cualificadas para crecer en la respuesta al Señor, que llama a la santidad en la armonía de la persona".
La oración "es para las consagradas una exigencia de amor" y deben "escuchar la Palabra de Dios y conversar con el Esposo de corazón a corazón".
"Reconocen en la liturgia la fuente primordial de la vida teológica, de la comunión y misión eclesial, y dejan que su espiritualidad tome forma a partir de los Sacramentos y la Liturgia de las Horas siguiendo el ritmo del año litúrgico, de forma que encuentren unidad y orientación también las otras prácticas de oración, el camino de ascesis y su vida entera", dice también.
También les pide que acudan con gran asiduidad a la eucaristía, así como al sacramento de la Reconciliación.
"Pueden vivir solas, en familia, junto a otras consagradas o en otras situaciones favorables a la expresión de su vocación, que les permitan vivir concretamente su proyecto de vida. Se procuran su sustento con los frutos de su trabajo y los recursos personales".
Inmersas en el mundo laboral
Otro de los aspectos que destaca el documento es que las vírgenes consagradas "optan por la actividad laboral según sus actitudes, inclinaciones y posibilidades efectivas, reconociendo en ella una modalidad concreta por la que testimoniar que Dios llama a la humanidad a colabore en su-obra creadora y redentora, para hacerla íntimamente partícipe del amor con el cual atrae hacia sí al mundo y la historia entera".
"Con su consagración recuerdan a todos que el origen, el sentido y el destino de la historia humana se encuentran en el misterio santo de Dios, en su bondad infinita, previsora y misericordiosa, en el amor del cual desea que participen todas las criaturas".
Están llamadas "a reflejar en su vida la caridad que es el principio de unidad y santidad del cuerpo de la Iglesia, las mujeres que reciben esta consagración permanecen radicadas en la porción del pueblo de Dios donde ya viven y donde ha tenido lugar el discernimiento vocacional y la preparación a la consagración". "Están unidas a esta Iglesia por un vínculo especial de amor y recíproca pertenencia", explica también el documento.
Por su parte, la Iglesia también está llamada "a acoger la vocación de las consagradas, a acompañar y sostener su camino, reconociendo que la consagración virginal y los carismas personales de cada consagrada son dones para la evangelización, la edificación de la comunidad y la misión eclesial".
En "Ecclesiae Sponsae Imago" se detalla que las consagradas "pueden reunirse en asociaciones y pedir a la autoridad eclesial competente el reconocimiento canónico del estatuto y eventualmente su aprobación".
Esto implica que pueden "beneficiarse de la variedad de carismas y espiritualidades" y "encontrar en la referencia a una determinada agregación eclesial".